Petróleo sintético: qué es, quién lo produce y por qué cambiará el futuro de la energía

El petróleo sintético dejó de ser una curiosidad de laboratorio para convertirse en un eje estratégico en la carrera por la seguridad energética. ¿Qué lo hace diferente y quién lidera esta transformación?

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¿Qué es el petróleo sintético y por qué es relevante hoy?

El petróleo sintético es un combustible líquido producido a partir de fuentes no convencionales como carbón, gas natural, biomasa o incluso dióxido de carbono capturado. A diferencia del crudo fósil extraído directamente del subsuelo, el petróleo sintético se obtiene mediante procesos químicos que replican su composición, como la tecnología Fischer-Tropsch o la síntesis a partir de hidrógeno verde. En un contexto global de transición energética y búsqueda de independencia de recursos fósiles, esta alternativa cobra renovado protagonismo.

Países como Alemania, China y Estados Unidos impulsan proyectos piloto y escalables de producción de combustibles sintéticos, mientras que empresas como Audi, Porsche y ExxonMobil invierten en su desarrollo. La promesa: un sustituto neutro en carbono que podría reutilizar la infraestructura actual sin los impactos del petróleo convencional.

De la guerra a la innovación: historia del petróleo sintético

El origen del petróleo sintético se remonta a principios del siglo XX, pero fue durante la Segunda Guerra Mundial cuando su desarrollo se intensificó. Alemania, enfrentando bloqueos al suministro de petróleo, recurrió al proceso Fischer-Tropsch —patentado en 1925 por Franz Fischer y Hans Tropsch en el Kaiser Wilhelm Institute— para transformar carbón en hidrocarburos líquidos. En 1944, se estima que más del 90% del combustible alemán provenía de fuentes sintéticas.

Tras la guerra, el interés declinó debido a la abundancia del petróleo convencional. Sin embargo, durante las crisis del petróleo en los años 70, países como Sudáfrica retomaron esta vía. La empresa Sasol, aún activa hoy, fue pionera en la producción comercial a gran escala de combustibles sintéticos a partir de carbón.

En el siglo XXI, el enfoque ha cambiado: de la necesidad militar o económica, se ha pasado al imperativo climático. Con la presión global para reducir emisiones, las tecnologías de captura de carbono y electrólisis del agua han revivido el interés en los e-fuels, derivados sintéticos que pueden ser neutros en CO₂.

Cómo se produce y quién lo lidera: tecnologías y actores clave

Hoy, existen tres vías principales para la producción de petróleo sintético:

  1. GTL (Gas-to-Liquids): transforma gas natural en combustibles líquidos mediante procesos como Fischer-Tropsch. Shell opera plantas en Catar (Pearl GTL) con esta tecnología.
  2. CTL (Coal-to-Liquids): convierte carbón en líquidos. Sasol (Sudáfrica) es la referencia histórica en este campo.
  3. PtL (Power-to-Liquids): utiliza electricidad renovable para producir hidrógeno (por electrólisis) que luego se combina con CO₂ capturado para sintetizar combustibles. Este es el camino de los e-fuels.

Porsche y Siemens Energy impulsan desde 2021 el proyecto Haru Oni en Chile, que produce e-fuels usando energía eólica patagónica. Su objetivo es generar 550 millones de litros por año para 2026.

ExxonMobil y Aramco, gigantes del sector energético, también exploran combustibles sintéticos como opción para descarbonizar sectores difíciles, como la aviación y el transporte marítimo.

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En paralelo, la Unión Europea ha abierto la puerta al uso de combustibles sintéticos en vehículos tras 2035, bajo la condición de neutralidad climática, consolidando el marco regulatorio para su expansión.

Desafíos, propuestas y el horizonte sintético de la energía

Aunque prometedor, el petróleo sintético enfrenta retos importantes. Su principal limitación hoy es el costo energético y económico. Producir un litro de e-fuel puede costar hasta cinco veces más que el diésel convencional, aunque se espera que la mejora tecnológica y la escala reduzcan esta brecha.

Otro desafío es la disponibilidad de electricidad renovable. Para que estos combustibles sean sostenibles, necesitan grandes volúmenes de energía limpia. Esto plantea preguntas logísticas y geopolíticas: ¿de dónde provendrá esa electricidad?, ¿qué países tienen condiciones para exportar e-fuels?

La solución podría pasar por un enfoque regional: países con abundancia de sol o viento —como Chile, Marruecos o Australia— podrían convertirse en productores globales de petróleo sintético, exportándolo como vector energético.

Además, el uso de infraestructura existente (oleoductos, refinerías, motores actuales) hace que esta tecnología pueda acelerar la transición sin requerir una reconversión total de flotas y redes, como sí sucede con la electrificación directa.

Un camino intermedio entre lo fósil y lo eléctrico

El petróleo sintético no pretende reemplazar todas las formas de energía, pero sí llenar un vacío estratégico: el de sectores que hoy no tienen alternativas viables. Su historia, marcada por la necesidad en tiempos de guerra, se reescribe hoy como una solución tecnológica de vanguardia frente a la crisis climática.

La producción de e-fuels aún está en etapa inicial, pero las inversiones crecientes, el respaldo normativo y la presión ambiental auguran un rol creciente en el mix energético global. No es una solución mágica, pero podría ser una pieza clave de la descarbonización, especialmente en donde la electricidad aún no puede llegar.

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