Petróleo sintético y ‘crudos libres de fósiles’: avances y controversias en la nueva frontera energética

Mientras la industria busca alternativas al crudo tradicional, el petróleo sintético gana terreno entre startups y laboratorios. Pero ¿es realmente una solución climática o sólo una narrativa verde?

Hace 3 horas
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El auge del petróleo sintético y los ‘crudos libres de fósiles’

En un momento crítico para la transición energética, el petróleo sintético —también llamado e-fuel o crudo libre de fósiles— emerge como una de las soluciones más debatidas. Promete reducir la huella de carbono del transporte y mantener la infraestructura existente, pero su legitimidad climática sigue siendo motivo de polémica. Empresas emergentes y laboratorios lideran el desarrollo de estos combustibles, impulsando una tecnología que, aunque innovadora, aún enfrenta desafíos de escala, costo y credibilidad ambiental.

¿Qué es el petróleo sintético y quién lo produce?

El petróleo sintético es un combustible líquido creado a partir de dióxido de carbono capturado y hidrógeno verde, mediante procesos que imitan la composición del crudo convencional. A diferencia del petróleo fósil, no se extrae del subsuelo, sino que se sintetiza químicamente en laboratorios o plantas piloto, con energías renovables como fuente primaria.

Varias empresas están detrás de estos avances. HIF Global, con operaciones en Chile, Texas y Alemania, ha sido pionera en e-combustibles producidos a partir de energía eólica. Porsche y Siemens Energy colaboran en el proyecto Haru Oni en Magallanes, que desde 2022 produce gasolina sintética para pruebas en autos de combustión interna. En Estados Unidos, Carbon Engineering y Infinium desarrollan tecnologías de captura directa de CO₂ y producción de combustibles sintéticos para la aviación y transporte pesado.

El interés no es menor: según la Agencia Internacional de Energía (IEA, 2023), los e-fuels podrían cubrir entre el 5% y el 10% del consumo energético en transporte para 2050, especialmente en sectores difíciles de electrificar, como aviación y carga marítima.

¿Solución climática o distracción verde?

Pese al entusiasmo tecnológico, la comunidad científica y algunos reguladores expresan dudas sobre el verdadero impacto climático del petróleo sintético. Una de las principales críticas es su alta intensidad energética: para producir un litro de e-fuel se requieren entre 3 y 5 veces más energía que para refinar combustibles fósiles. Esto hace que su huella de carbono solo sea neutra si se produce con electricidad 100% renovable.

Además, organizaciones como Transport & Environment (2024) argumentan que los e-fuels podrían retrasar la electrificación de sectores donde ya existen tecnologías más limpias y eficientes, como los automóviles de pasajeros. Según el informe, un vehículo que funciona con gasolina sintética emite hasta cinco veces más CO₂ que un auto eléctrico con batería recargada por fuentes renovables.

El debate también se traslada al plano regulatorio. La Unión Europea permitió una excepción para los combustibles sintéticos en su política de prohibir la venta de nuevos autos de combustión interna a partir de 2035, lo que generó fricción entre países como Alemania (a favor de los e-fuels) y Francia (defensora de la electrificación total).

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El futuro de los crudos libres de fósiles: entre potencial y límites

A pesar de los cuestionamientos, el potencial del petróleo sintético no puede ignorarse, especialmente en sectores donde la electrificación masiva no es viable a corto plazo. La aviación comercial, la industria marítima y ciertos procesos industriales podrían beneficiarse de combustibles sintéticos como solución transitoria hacia una economía descarbonizada.

Según McKinsey & Company (2024), el costo de los e-fuels podría reducirse de los actuales 7–10 USD por litro a menos de 2 USD para 2030 si se escalan las inversiones en electrólisis, captura de carbono y almacenamiento de energía. Esto abriría la puerta a una competencia más directa con los derivados fósiles, especialmente en mercados con impuestos al carbono o metas de neutralidad.

Empresas como Neste en Finlandia, Synhelion en Suiza y eFuel Alliance en Alemania trabajan activamente para crear un mercado regulado y transparente que permita certificar el origen y huella de estos combustibles. La trazabilidad será clave para garantizar que el petróleo sintético no termine siendo una herramienta de greenwashing industrial.

Una bifurcación crítica en la transición energética

La historia del petróleo sintético representa una bifurcación estratégica en la lucha contra el cambio climático: continuar utilizando hidrocarburos sin carbono fósil, o apostar por una electrificación total de la economía. Ambos caminos requieren inversiones, regulaciones claras y decisiones basadas en evidencia, no en discursos seductores.

El desafío está en evitar que tecnologías emergentes con gran potencial se conviertan en coartadas para mantener el status quo energético. La clave será enfocarse en su aplicación selectiva, donde realmente puedan aportar a la descarbonización sin competir con soluciones más eficientes y maduras. La narrativa verde, por sí sola, no basta.

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