Aunque suele asociarse a la falta de electricidad, la pobreza energética es un concepto mucho más amplio. Se refiere a la situación en la que una persona o familia no puede acceder o costear un nivel mínimo de energía para vivir con bienestar, seguridad y salud. Es decir, no se trata solo de tener conexión a la red eléctrica, sino de poder usarla en condiciones adecuadas.
Más que luz: las tres dimensiones clave de la pobreza energética
La mayoría de organismos internacionales como la Agencia Internacional de Energía (IEA) o la Comisión Europea coinciden en que la pobreza energética se entiende a partir de tres factores esenciales:
1. Acceso físico a fuentes modernas de energía
Incluye la conexión a electricidad o gas, así como la disponibilidad de estos servicios en la zona donde se vive. En áreas rurales, millones de personas siguen dependiendo de leña o carbón para cocinar o calentar agua. En zonas urbanas, la red puede existir, pero no llegar a asentamientos informales o viviendas irregulares.
2. Capacidad económica para pagar el consumo básico
No basta con tener acceso: si el costo de la energía representa una carga excesiva, estamos ante pobreza energética. Algunos países la miden cuando un hogar debe destinar más del 10% de sus ingresos al pago de electricidad o combustibles domésticos.
3. Calidad y eficiencia de las viviendas y equipos
Un hogar puede tener energía disponible, pero si los aparatos son ineficientes o si las viviendas tienen filtraciones, mala ventilación o aislamiento mínimo, el consumo aumenta y el confort no mejora. Es una forma invisible de pobreza energética.
Definiciones oficiales: cómo lo entienden los países
No existe una única definición universal, pero sí varios enfoques reconocidos:
Enfoque | Criterio | Países que lo usan |
---|---|---|
Gasto excesivo | Hogar destina más del 10% de sus ingresos al pago de energía | Reino Unido, Portugal |
Consumo insuficiente | Uso de energía por debajo del mínimo necesario para calefacción o refrigeración | España, Francia |
Acceso limitado | Viviendas sin conexión o con suministro intermitente | México, India, Sudáfrica |
Vulnerabilidad térmica | Hogares que no pueden mantener una temperatura adecuada | Unión Europea |
En América Latina, organismos como CEPAL y la Red de Pobreza Energética han comenzado a adaptar estas metodologías considerando climas extremos, informalidad urbana y uso de combustibles sólidos.
¿Cuánta energía se considera “mínima” para vivir dignamente?
La Agencia Internacional de Energía establece que un consumo básico incluye:
- Electricidad suficiente para iluminación, refrigeración de alimentos y carga de dispositivos esenciales
- Energía térmica para cocinar sin riesgo y mantener una temperatura adecuada según la región climática
- Continuidad del servicio sin apagones recurrentes o interrupciones prolongadas
Es decir, la pobreza energética no se define solo por la ausencia, sino también por la insuficiencia o irregularidad del servicio.
¿Puede haber pobreza energética en países ricos?
Sí. Incluso en economías desarrolladas existen hogares que sí tienen electricidad, pero no pueden utilizarla en niveles suficientes. Esto ocurre por tarifas elevadas, deudas acumuladas o electrodomésticos obsoletos. A este fenómeno se le conoce como “pobreza energética escondida”.
Por eso, el concepto ya no se limita al acceso básico, sino que incorpora el uso digno y asequible.
Una definición simple y funcional
Podemos resumir que existe pobreza energética cuando un hogar no puede usar la energía que necesita —ya sea por falta de acceso, de dinero o de condiciones adecuadas— sin comprometer su bienestar.
No importa si el problema es técnico, económico o estructural: si la energía no se traduce en calidad de vida, hay pobreza energética.
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