El sector energético de México enfrenta en 2025 una de sus transformaciones más profundas desde la apertura del mercado en 2013. La reforma energética 2025, promovida por el gobierno federal y respaldada por el Congreso, busca recentralizar el papel de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y redefinir el rol de Petróleos Mexicanos (PEMEX) en un contexto de transición energética global.
Con la promesa de fortalecer la soberanía energética, la reforma ha desatado un debate técnico, político y ambiental. ¿Es esta reconfiguración una oportunidad para modernizar el sistema o una regresión en materia de competencia y sostenibilidad?
La reforma energética 2025: cambios estructurales y visión de Estado
El paquete legislativo aprobado en el primer semestre de 2025 modifica sustancialmente las leyes del sector eléctrico, de hidrocarburos y de transición energética. La reforma energética 2025 otorga a la CFE al menos el 54% del mercado de generación eléctrica, al tiempo que restringe la participación privada en nuevas subastas y generación distribuida.
Entre los puntos clave, destacan:
- La eliminación de los certificados de energías limpias (CELs) como mecanismo obligatorio.
- La revisión de contratos de autoabasto firmados antes de 2013.
- Nuevas restricciones a permisos de interconexión para privados.
La narrativa oficial destaca el fortalecimiento del sistema eléctrico nacional, la recuperación de activos estratégicos y la estabilidad de tarifas. Sin embargo, voces del sector privado, como la Asociación Mexicana de Energía (AME), advierten que la incertidumbre regulatoria podría frenar inversiones por más de 10,000 millones de dólares en los próximos cinco años.
CFE: de operador a eje central del sistema
La Comisión Federal de Electricidad es el principal beneficiario de esta reforma. A diferencia de años anteriores, donde su participación caía frente a generadores privados más eficientes, la CFE ahora se reposiciona como actor dominante en generación, transmisión y distribución.
Bajo el nuevo esquema, la empresa estatal podrá coordinar el despacho eléctrico con criterios que incluyen confiabilidad y control estatal, desplazando en ocasiones las plantas renovables privadas más baratas. El gobierno justifica esta medida como una forma de evitar apagones, proteger tarifas y garantizar seguridad energética.
A pesar de las críticas sobre su falta de modernización, la CFE ha anunciado una inversión de más de 80,000 millones de pesos en modernización de plantas hidroeléctricas y construcción de nuevas centrales de ciclo combinado para 2025-2027.
PEMEX y el gas natural: un dilema dual
Aunque la reforma se enfoca en el sector eléctrico, PEMEX no queda al margen. La empresa productiva del Estado mantiene un rol central en el suministro de gas natural, insumo clave para la generación eléctrica en México.
El dilema para PEMEX es claro: debe transitar hacia una operación más limpia mientras continúa dependiendo de la refinación y exploración de crudo para sostener sus finanzas. En 2025, el gobierno mantiene su compromiso de reducir las importaciones de gasolinas, invirtiendo en refinerías como Dos Bocas, pero esta estrategia choca con los compromisos internacionales de reducción de emisiones.
En contraste, las inversiones en hidrógeno verde y captura de carbono anunciadas por PEMEX aún son incipientes y no representan una reconversión estructural. Organismos como el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) alertan que la falta de diversificación energética puede aumentar la vulnerabilidad del país ante choques externos.
Inversión, transición energética y actores privados
La transición energética en México se encuentra en un punto crítico. Aunque el país cuenta con un gran potencial solar y eólico —especialmente en el norte y sureste— la reforma limita la participación de empresas privadas en proyectos a gran escala.
Según el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), más de 100 proyectos renovables están en pausa o cancelación por falta de certeza jurídica. Además, organismos internacionales como la Agencia Internacional de Energía (IEA) han subrayado que México necesita triplicar su inversión en energías limpias si quiere cumplir con sus metas de reducción de emisiones al 2030.
Mientras tanto, estados como Nuevo León, Yucatán y Baja California buscan crear marcos legales locales para atraer inversión en energías limpias, lo que podría generar tensiones con el marco federal.
Riesgos, oportunidades y el papel de la ciudadanía
La reforma energética 2025 redefine el equilibrio entre soberanía energética, sostenibilidad ambiental y eficiencia económica. Entre los riesgos principales están la judicialización de contratos, el desincentivo a la innovación tecnológica y el posible aumento de emisiones en el mediano plazo.
No obstante, también surgen oportunidades:
- Reforzar la infraestructura nacional de transmisión y almacenamiento.
- Desarrollar tecnología nacional para energías limpias.
- Fortalecer el papel del Estado como regulador activo.
La ciudadanía, por su parte, tiene un papel clave como vigilante y demandante de transparencia. Desde la elección de tarifas hasta el acceso a energía limpia, las decisiones tomadas este 2025 influirán en la calidad de vida de millones de mexicanos durante las próximas décadas.
Una transformación energética a prueba de futuro
México avanza hacia un modelo energético más centralizado, con CFE y PEMEX como ejes de una política de Estado que prioriza el control nacional sobre el mercado. Sin embargo, esta transición debe acompañarse de innovación, eficiencia y un compromiso real con la sostenibilidad.
La reforma energética 2025 es un punto de inflexión. Sus resultados dependerán no solo del marco legal, sino de la capacidad institucional, la voluntad de diálogo con el sector privado y la participación informada de la sociedad.
Si el país logra equilibrar soberanía con innovación, podría encabezar una transición energética con identidad propia. De lo contrario, corre el riesgo de quedar rezagado en un mundo que ya se mueve a otra velocidad.
Te invito a leer: