Luis Francisco Flores | Country Manager de Hitachi Energy México
México vive un momento decisivo para definir su futuro energético. La creciente demanda eléctrica, la integración de energías renovables y los retos de resiliencia de la red exigen decisiones que trasciendan las operaciones diarias. La manera en que se planifique, modernice y asegure la confiabilidad de la infraestructura eléctrica determinará la capacidad del país para crecer de forma sostenible, segura y competitiva.
En este contexto, el sistema debe pensar más allá de la expansión de energías limpias. El verdadero desafío consiste en modernizar las redes y fortalecer las capacidades que sostengan esa transformación. La Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) estima que, para 2030, será necesario triplicar la capacidad instalada de energías renovables y duplicar la eficiencia para cumplir con los objetivos climáticos globales. Para México, esto implica planificar un crecimiento que anticipe la demanda y garantice seguridad y sostenibilidad en toda la cadena.
La digitalización es un pilar esencial ante la creciente complejidad de los sistemas eléctricos. Según la Agencia Internacional de Energía (IEA), la inversión global en tecnologías digitales para redes superará los US$400,000 millones en 2025, un 20% más que hace una década. Este crecimiento refleja el papel clave de la innovación en el análisis de datos y el mantenimiento predictivo; sin embargo, la tecnología por sí sola no garantiza una transición exitosa.
Para que la digitalización aporte valor al sistema eléctrico, debe acompañarse de estrategias sólidas de ciberseguridad y resiliencia operativa. La expansión digital ha multiplicado los puntos de acceso y gestión de datos, haciendo que la protección de la infraestructura crítica sea una prioridad.
De acuerdo con IBM, el 90% de las principales compañías energéticas sufrió violaciones de datos en el último año. Esto exige fortalecer la seguridad del sistema y aumentar la inversión en redes que garanticen continuidad y confianza.
«La tecnología por sí sola no garantiza una transición energética exitosa”.
En Hitachi Energy impulsamos esa modernización por medio de soluciones que permiten integrar energías renovables con mayor eficiencia y estabilidad. Tecnologías como los STATCOM, sistemas de almacenamiento de energía y la plataforma Grid-eXpand™ refuerzan la estabilidad de la red, optimizan la integración de renovables y aceleran el desarrollo de una infraestructura más eficiente y resiliente. Pero no todo se limita al ámbito técnico.
El sistema eléctrico también requiere responsabilidad ambiental y social a lo largo de la cadena de valor. Más de 9,000 empresas en 160 países ya han adoptado principios de derechos humanos, medio ambiente y ética corporativa a través del Pacto Mundial, mostrando que esta estrategia no sólo fortalece la reputación, sino que también genera beneficios económicos. Este organismo señala que la implementación de estas prácticas podría representar oportunidades de negocio y ahorros por hasta 12 billones de dólares para las firmas hacia 2030.
Finalmente, ninguna transición será posible sin talento. La ONU estima que la transición energética sostenible requerirá al menos siete millones de nuevos profesionales hacia 2030. En México, es necesario impulsar vocaciones STEM, programas de capacitación técnica y alianzas con instituciones educativas para desarrollar una fuerza laboral capaz de operar y mantener la infraestructura eléctrica del futuro.
El avance hacia el año 2030 demanda acción coordinada, innovación constante y una visión común. La sostenibilidad del sistema eléctrico dependerá de su capacidad para fortalecer las redes, formar talento especializado y mantener una gestión responsable en toda la cadena de valor, ya que solamente de esta manera será posible asegurar un futuro energético sólido y sostenible.