El Sistema Nacional de Refinación (SNR) atraviesa una etapa crítica en 2025. La promesa de autosuficiencia energética impulsada por el Gobierno federal se enfrenta con la realidad operativa de instalaciones envejecidas, márgenes estrechos y retrasos en la puesta en marcha plena de la refinería Olmeca en Dos Bocas. Si bien se han registrado avances, el balance actual revela una modernización incompleta y nuevos desafíos para Pemex Transformación Industrial.
Producción de combustibles: avances parciales y persistencia de importaciones
En el primer semestre de 2025, el SNR —integrado por seis refinerías activas en Cadereyta, Madero, Minatitlán, Tula, Salamanca y Salina Cruz, más la nueva refinería Olmeca— alcanzó una producción promedio de 1.05 millones de barriles diarios (bd) de petróleo procesado, según datos del Sistema de Información Energética (SIE). Esto representa un incremento del 8% respecto al mismo periodo de 2024, impulsado principalmente por el ingreso progresivo de Dos Bocas al esquema operativo.
Sin embargo, la producción de gasolinas, diésel y turbosina aún está por debajo de las metas de autosuficiencia planteadas en el Plan Nacional de Refinación. Pemex reporta una elaboración de aproximadamente 800 mil bd de combustibles terminados, mientras que la demanda interna supera 1.2 millones de bd. Las importaciones, si bien se han reducido levemente, todavía cubren más del 30% del consumo nacional.
La refinería Olmeca comenzó a producir diésel bajo en azufre desde mayo de 2024, y gasolinas en etapas de prueba desde enero de 2025. A pesar de ello, la planta no ha alcanzado aún su capacidad total de 340 mil bd, debido a ajustes técnicos y calibraciones. La Secretaría de Energía estima que su operación completa se logrará en el último trimestre de 2025.
Márgenes de refinación y retos operativos: costos, calidad y eficiencia
Uno de los grandes desafíos del SNR sigue siendo la baja rentabilidad de sus procesos. De acuerdo con Pemex, el margen de refinación en 2025 ronda los 2.7 dólares por barril, una cifra inferior al promedio internacional, que oscila entre 4 y 6 dólares por barril. Este margen estrecho obedece a múltiples factores: bajo rendimiento en productos valiosos, elevados costos operativos y constantes paros por mantenimiento.
La modernización de las refinerías heredadas ha sido desigual. La planta de Tula, por ejemplo, experimentó mejoras significativas gracias a la reactivación de la planta coquizadora, un proyecto en conjunto con ICA Fluor. Este avance permitirá procesar crudo pesado con mayor eficiencia, reduciendo la producción de combustóleo.
En contraste, Cadereyta y Madero enfrentan cuellos de botella, tanto por obsolescencia tecnológica como por dificultades logísticas y ambientales. Las emisiones y las fallas técnicas han motivado investigaciones regulatorias en ambas instalaciones, particularmente por parte de la ASEA y la Profepa.
El factor humano también incide: la falta de relevo generacional técnico y la dependencia de contratistas externos han afectado la operación continua y eficiente del sistema. Además, los sobrecostos en mantenimiento no programado afectan el presupuesto operativo de Pemex, que ya arrastra una deuda de más de 110 mil millones de dólares.
Perspectivas para la refinación: integración y transición energética
La meta del Gobierno es que México logre autosuficiencia energética en combustibles automotrices para finales de 2025, lo que implicaría procesar 1.2 millones de bd y cubrir el 100% de la demanda interna. Para ello, se requiere que Dos Bocas opere al 100%, que Deer Park (en Texas) mantenga su aportación exportable hacia México, y que las seis refinerías nacionales trabajen con tasas de utilización superiores al 85%.
Sin embargo, diversos analistas advierten que la autosuficiencia basada en refinación tradicional puede entrar en contradicción con los compromisos climáticos internacionales. En un escenario de transición energética, depender de la refinación sin integrar tecnologías limpias puede retrasar la adopción de combustibles sostenibles.
Un camino viable sería la modernización con enfoque dual, que combine mejoras de eficiencia energética, captura de emisiones y codiseño con biocombustibles. Además, una política de precios más alineada con los costos reales y la revalorización del sistema logístico —almacenamiento, ductos y distribución— permitirían optimizar toda la cadena de valor de los combustibles.
Un modelo de refinación que debe reinventarse
El Sistema Nacional de Refinación se encuentra en una encrucijada entre la expansión física y la eficiencia operativa. La apuesta por Dos Bocas como emblema de soberanía energética aún no se traduce en independencia real, mientras que la modernización del resto del sistema avanza a distintas velocidades. Los costos, los márgenes y la presión internacional por una transición energética coherente plantean interrogantes que Pemex y el Estado mexicano deberán responder con visión estratégica y responsabilidad técnica.
Para que la refinación siga siendo viable en México, será imprescindible integrarla con procesos sustentables, fortalecer su gobernanza y alinear sus objetivos con las metas económicas, sociales y ambientales del país.
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