Captura de carbono: ¿La solución verde para las empresas petroleras?

La industria petrolera apuesta por la captura de carbono como vía para reducir emisiones y prolongar su viabilidad. El debate está abierto: ¿mitigación real o maniobra de imagen?

JULIO 28 , 2025
COMPARTIR
Depositphotos
Depositphotos

Una tecnología en ascenso con promesas climáticas

A medida que las metas de descarbonización global se vuelven más estrictas, la captura de carbono emerge como una tecnología clave para la industria petrolera. También conocida como captura y almacenamiento de carbono (CCS, por sus siglas en inglés), esta técnica permite atrapar el dióxido de carbono (CO₂) emitido durante procesos industriales y energéticos, transportarlo y almacenarlo en formaciones geológicas profundas para evitar su liberación a la atmósfera.

Los gigantes del sector, como ExxonMobil, Chevron, Shell y BP, han incrementado sus inversiones en CCS en los últimos cinco años. ExxonMobil, por ejemplo, anunció en 2022 una inversión de 17 mil millones de dólares en tecnologías bajas en carbono, incluyendo la captura de carbono, para 2027. La ambición no es menor: reducir hasta 100 millones de toneladas métricas de CO₂ al año en múltiples regiones industriales.

Este esfuerzo responde tanto a presiones regulatorias como a una creciente demanda social por soluciones climáticas tangibles. En este contexto, la captura de carbono se presenta como un instrumento que permite a las petroleras mantener sus operaciones mientras avanzan hacia metas más limpias. Sin embargo, la efectividad, el alcance real y la intención detrás de estas tecnologías aún son objeto de intenso debate.

¿Qué es la captura de carbono y cómo funciona?

La tecnología CCS consta de tres fases principales: captura, transporte y almacenamiento.

  1. Captura: El CO₂ se separa de otras emisiones generadas por plantas de combustibles fósiles o procesos industriales.
  2. Transporte: Se canaliza a través de ductos o camiones hacia los sitios de almacenamiento.
  3. Almacenamiento: Se inyecta en formaciones geológicas subterráneas, como antiguos yacimientos petroleros o acuíferos salinos profundos.

Según la Agencia Internacional de Energía (IEA), actualmente existen más de 35 proyectos de captura de carbono a escala comercial en operación o construcción a nivel mundial. De implementarse a gran escala, la tecnología podría contribuir a la reducción de aproximadamente un 15% de las emisiones necesarias para alcanzar el cero neto en 2050.

En México, el potencial también existe. Estudios realizados por el Instituto Mexicano del Petróleo han identificado zonas viables para el almacenamiento geológico de CO₂, particularmente en el noreste del país, aunque aún no hay proyectos industriales activos a gran escala.

Ventajas, desafíos y cuestionamientos

Entre los principales beneficios de la captura de carbono destaca su capacidad para reducir emisiones de sectores difíciles de electrificar, como la refinación de hidrocarburos, la producción de cemento o acero. También permite aprovechar infraestructura energética ya existente mientras se construyen alternativas renovables.

Depositphotos
Depositphotos

Sin embargo, los desafíos no son menores:

  • Costos elevados: El desarrollo y operación de sistemas CCS sigue siendo caro. Se estima un rango de entre 40 y 120 dólares por tonelada de CO₂ capturada.
  • Riesgos de almacenamiento: Aunque el CO₂ se inyecta en formaciones profundas, existen riesgos de fugas o migración, lo cual requiere monitoreo constante y regulaciones estrictas.
  • Dilemas éticos y reputacionales: Algunos analistas acusan a las petroleras de promover el CCS como estrategia para prolongar el uso de combustibles fósiles bajo una fachada verde.

Organizaciones como Carbon Tracker o el Stockholm Environment Institute advierten que el enfoque en captura de carbono podría desviar recursos de soluciones estructurales más transformadoras, como la electrificación, la eficiencia energética o las energías renovables. En otras palabras, ¿es CCS una herramienta de transición… o un instrumento para retrasarla?

¿Estrategia de transición o maniobra de supervivencia?

La sostenibilidad petrolera, en su forma más genuina, exige algo más que reducción de emisiones puntuales. Supone una transformación profunda en la forma en que se genera, consume y gestiona la energía. La captura de carbono, en este contexto, puede desempeñar un rol útil si se utiliza con un propósito claro: descarbonizar sectores sin alternativas inmediatas, mientras se reduce la dependencia global del petróleo.

Sin embargo, cuando se convierte en la única narrativa de sostenibilidad dentro de una empresa petrolera, sin metas paralelas de transición energética o diversificación de portafolio, el valor climático se diluye. Es por ello que el CCS debe verse como una pieza del rompecabezas, no como su solución completa.

Organismos internacionales como el IPCC han incluido esta tecnología en sus escenarios de mitigación más ambiciosos, pero aclaran que no puede sustituir el abandono progresivo de los combustibles fósiles. La clave está en el equilibrio: aplicar CCS donde sea técnica y éticamente justificable, y evitar su uso como coartada para no cambiar el modelo energético de fondo.

La captura de carbono y el futuro de la industria energética

La captura de carbono es sin duda una herramienta tecnológica prometedora. Pero no puede ni debe operar en el vacío. Su valor real dependerá de la forma en que las empresas petroleras la integren dentro de una estrategia climática amplia, transparente y auditable.

Para los actores del sector, el momento exige decisiones valientes: invertir no solo en capturar emisiones, sino en dejar de generarlas. Para los reguladores, urge crear marcos que garanticen la eficacia, seguridad y trazabilidad del almacenamiento. Y para la sociedad, implica seguir exigiendo que las soluciones climáticas sean completas, no cosméticas.

Te invito a leer:

¿Quién es Iconn? La empresa mexicana que adquiere el negocio de Shell en México