Ucrania atacó oleoducto que suministra petróleo a Hungría: un hecho que reabre la crisis energética

El ataque al oleoducto que conecta a Rusia con Hungría desató una tormenta diplomática. Budapest denuncia amenazas a su seguridad energética y se distancia del conflicto.

AGOSTO 19 , 2025
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El anuncio de que Ucrania atacó oleoducto que suministra petróleo a Hungría marcó un nuevo punto de inflexión en la guerra. El ministro de Exteriores húngaro, Peter Szijjarto, calificó el hecho como “indignante e inaceptable”, denunciando que la seguridad energética de su país fue puesta en riesgo de forma directa.

Este episodio confirma que la guerra no solo se libra en el campo militar, sino también en la infraestructura que sostiene la vida económica y social de Europa. La energía, convertida en un arma estratégica, está en el centro de un conflicto que se recrudece.

El oleoducto en el centro de la tensión

El ataque afectó la subestación eléctrica que mantiene en funcionamiento el oleoducto encargado de transportar crudo hacia Hungría. El viceministro de Energía ruso, Pável Sorokin, informó que equipos técnicos trabajan para restaurar el sistema, aunque no existe aún una fecha para reanudar los envíos.

Hungría depende en gran medida de este suministro. El país, enclavado en Europa Central y sin salida al mar, carece de infraestructura de importación marítima a gran escala, lo que lo convierte en un receptor cautivo de los flujos energéticos provenientes de Rusia.

La interrupción representa un desafío inmediato para su economía. El petróleo que llega por esta vía no solo abastece la demanda doméstica, sino también a su red industrial, altamente dependiente del suministro constante de hidrocarburos.

Reacciones en Budapest

El canciller Peter Szijjarto hizo públicas sus críticas a Kiev a través de la red social X, donde advirtió que “este ataque contra nuestra seguridad energética es indignante e inaceptable”. Su mensaje fue interpretado como una señal de que Hungría endurecerá su discurso frente a Ucrania, al tiempo que mantendrá su posición de distanciamiento frente a la guerra.

“Durante tres años y medio, Bruselas y Kiev han intentado arrastrar a Hungría a la guerra. Que quede claro: esta no es nuestra guerra”, reiteró Szijjarto en rueda de prensa, enfatizando que mientras su gobierno permanezca en el poder, Hungría se mantendrá al margen del conflicto.

Estas declaraciones reflejan la política sostenida por el primer ministro Viktor Orbán, quien desde el inicio de la invasión rusa en febrero de 2022 ha defendido una posición de neutralidad activa. Budapest ha criticado las sanciones de la Unión Europea contra Moscú, argumentando que afectan más a los países miembros que al propio Kremlin.

Un cruce de advertencias

Más allá de las condenas diplomáticas, el canciller húngaro lanzó una advertencia clara: recordó que Ucrania depende de la electricidad que Hungría exporta para mantener en pie parte de su sistema energético. “La electricidad proveniente de Hungría juega un papel vital en el funcionamiento de su país”, afirmó.

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Este mensaje encierra un subtexto evidente: si los ataques contra el oleoducto continúan, Budapest podría reconsiderar su cooperación energética con Kiev, incrementando así la vulnerabilidad de Ucrania en medio del conflicto.

La reacción de Rusia tampoco se hizo esperar. La portavoz del Ministerio de Exteriores, María Zajárova, acusó al gobierno ucraniano de no tener límites en sus acciones, calificándolo como un “monstruo inmoral y sanguinario”. Afirmó que Kiev ha extendido su influencia en actos violentos fuera de sus fronteras, incluyendo operaciones en África, Oriente Medio y Europa del Este.

Otros ataques contra infraestructura

El ataque contra el oleoducto no fue un hecho aislado. El mismo día, el Servicio Federal de Seguridad ruso (FSB) informó que había frustrado un atentado con coche bomba dirigido contra el puente de Crimea, infraestructura clave que conecta la península con el territorio ruso.

De acuerdo con el organismo, el vehículo transportaba un artefacto explosivo de alta potencia, fabricado de manera artesanal, que ingresó desde Ucrania tras atravesar varios países.

Un día antes, el propio FSB había comunicado la neutralización de un intento de ataque ucraniano contra la central nuclear de Smolensk, lo que refleja la creciente escalada en los objetivos militares hacia infraestructuras críticas.

Europa entre la presión y la incertidumbre

El ataque al oleoducto se produce en un momento delicado para la política internacional. Apenas días antes, en Alaska, Donald Trump y Vladímir Putin sostuvieron un encuentro que buscó abrir canales de negociación en medio de la tensión. Al mismo tiempo, en Washington se preparaba una reunión entre el presidente estadounidense y Volodímir Zelenski, enfocada en definir el nivel de apoyo militar y financiero a Kiev.

En este escenario, Hungría aparece atrapada entre dos frentes: por un lado, su histórica dependencia energética de Rusia; por el otro, las presiones de la Unión Europea y de Estados Unidos para alinearse con la estrategia occidental.

La primera señal de una tormenta mayor

El hecho de que Ucrania atacó oleoducto que suministra petróleo a Hungría no solo interrumpe el flujo de crudo. También simboliza la vulnerabilidad de Europa ante la guerra híbrida que combina armamento, sanciones, diplomacia y energía como herramientas de poder.

Para Hungría, el desafío inmediato será recuperar la estabilidad en su suministro. Para Europa, en cambio, la lección es más profunda: cada ataque a la infraestructura crítica tiene un impacto político que trasciende fronteras y obliga a repensar la estrategia energética común.

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