El nuevo campo de batalla digital
La energía sostiene el corazón de la economía global, pero en 2025 enfrenta un enemigo silencioso: la vulnerabilidad digital. Refinerías, oleoductos, parques eólicos y redes eléctricas dependen cada vez más de sistemas de control industrial (OT/SCADA) y plataformas digitales interconectadas. Esta digitalización, aunque mejora la eficiencia, abre nuevas puertas a ciberataques que pueden paralizar ciudades enteras o interrumpir el suministro energético de naciones completas.
De acuerdo con el World Economic Forum (WEF), los ciberataques a infraestructura crítica se encuentran entre los cinco principales riesgos globales de esta década (WEF, 2025). El caso del Colonial Pipeline en Estados Unidos en 2021, que dejó sin combustible a gran parte de la costa este durante días, evidenció la magnitud del problema: un ataque informático puede afectar directamente a millones de ciudadanos y al sistema económico.
México: infraestructura crítica bajo presión
México no es ajeno a esta amenaza. La red energética nacional depende de Pemex y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), cuyos sistemas enfrentan vulnerabilidades significativas:
- Refinerías: muchas operan con plataformas SCADA obsoletas que podrían ser blanco de malware avanzado.
- Redes eléctricas: un ataque coordinado podría derivar en apagones masivos con consecuencias sociales inmediatas.
- Parques solares y eólicos: la falta de protocolos unificados de ciberseguridad incrementa los riesgos a medida que crece la digitalización.
En México el 40% de los intentos de ciberataques en 2024 estuvieron dirigidos a infraestructura crítica, siendo el sector energético el más afectado. Este dato refleja la urgencia de una estrategia nacional.
El costo de un apagón digital
El impacto de un ciberataque exitoso no se mide solo en términos técnicos. Sus efectos económicos, políticos y sociales son devastadores.
- En 2022, un ataque al Ministerio de Energía de Costa Rica interrumpió operaciones eléctricas en varias regiones, generando pérdidas millonarias y caos operativo.
- Ucrania en 2023 experimentó apagones masivos vinculados a ataques digitales en medio del conflicto con Rusia, un recordatorio de cómo la ciberseguridad se entrelaza con la geopolítica.
- México, estudios diversos calculan que un ataque coordinado podría ocasionar pérdidas diarias de hasta USD 500 millones, sin considerar el impacto social de un apagón nacional.
El costo de la inacción supera con creces la inversión preventiva.
Energías renovables: nuevas oportunidades, nuevos riesgos
La transición energética hacia fuentes limpias introduce una dimensión adicional al problema.
- Plantas solares y eólicas: dependen de sistemas conectados a internet para monitoreo en tiempo real, lo que amplía la superficie de ataque.
- Almacenamiento con baterías: operan con software crítico, que puede ser blanco de ransomware.
- Redes inteligentes (smart grids): fundamentales para mejorar la eficiencia, pero extremadamente vulnerables si no cuentan con blindajes digitales.
Un ataque masivo a estas infraestructuras no solo frenaría la generación eléctrica, sino que también socavaría la confianza en los modelos de transición energética.
Estrategias globales y lecciones para México
Diversas regiones del mundo ya han tomado medidas estructurales que pueden servir de referencia:
- Estados Unidos: estableció la Cybersecurity and Infrastructure Security Agency (CISA) con protocolos específicos para oleoductos y redes eléctricas.
- Unión Europea: implementó la directiva NIS2, que obliga a operadores de infraestructura crítica a adoptar estándares avanzados de seguridad digital.
- Israel: se ha convertido en referente global, integrando inteligencia artificial en programas de protección energética.
En contraste, México aún carece de un marco robusto de cumplimiento obligatorio. Aunque la Ley de Seguridad Nacional contempla lineamientos básicos, no existen normas específicas y exigibles para Pemex, CFE y operadores privados.
¿Qué necesita México para blindar su sector energético?
La construcción de un sistema de ciberseguridad energética imprescindible exige medidas concretas:
Modernización tecnológica
Actualizar sistemas SCADA y OT, incorporar software seguro y aplicar parches continuos.
Regulación y cumplimiento
Establecer estándares obligatorios de ciberseguridad para todos los operadores energéticos, públicos y privados.
Colaboración público-privada
Fomentar la participación de empresas tecnológicas en proyectos de defensa digital y desarrollo de soluciones adaptadas al sector energético.
Capacitación y talento
Invertir en la formación de ingenieros especializados en ciberseguridad energética, con programas de educación superior y certificaciones internacionales.
Simulacros y respuesta rápida
Ejecutar ejercicios nacionales de ciberdefensa en coordinación con fuerzas armadas y cuerpos de seguridad, para fortalecer la resiliencia ante ataques.
Blindaje digital como soberanía energética
La ciberseguridad energética no es un lujo, sino un componente imprescindible de la seguridad nacional. México no podrá consolidar su transición energética ni garantizar un suministro estable sin un blindaje digital sólido.
La pregunta no es si ocurrirá un ciberataque de gran magnitud, sino cuándo. Prepararse hoy representa una inversión estratégica que evitará pérdidas económicas, políticas y sociales incalculables mañana.
El futuro energético del país no solo depende de más renovables o de una mayor producción de hidrocarburos, sino de su capacidad de resistir en un nuevo campo de batalla: el digital. La decisión de actuar —o postergar— definirá si México se convierte en un actor resiliente o en un objetivo vulnerable en la geopolítica energética de 2025.
Te invito a leer:
Digitalización en la exploración petrolera: El rol transformador de la inteligencia artificial