Más Allá de los Autos: El Verdadero Potencial del Hidrógeno

El hidrógeno es aclamado como el combustible del futuro, pero la atención se ha centrado erróneamente en los vehículos de pasajeros. Este editorial periodístico argumenta que el impacto real del hidrógeno para la descarbonización masiva reside en la industria pesada y el transporte de larga distancia, sectores difíciles de electrificar.

Hace 1 hora
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El Espejismo de la Movilidad: ¿Por Qué el Hidrógeno No es el Futuro de tu Coche?

La conversación pública sobre el hidrógeno a menudo gira en torno a los automóviles. Películas, anuncios y reportajes de divulgación presentan prototipos de vehículos que se repostan en minutos y emiten solo vapor de agua. Esta narrativa, aunque atractiva, simplifica en exceso la realidad de la transición energética y distrae del verdadero potencial de este vector. Si bien la tecnología existe, la infraestructura de repostaje es casi inexistente, el coste de los vehículos sigue siendo prohibitivo para el consumidor medio, y la eficiencia energética es significativamente menor en comparación con los vehículos eléctricos de batería (VEB).

La energía necesaria para producir, comprimir y transportar el hidrógeno es considerable, lo que hace que un coche eléctrico cargado directamente de la red sea una opción mucho más eficiente y accesible para la mayoría de los conductores. El verdadero desafío no está en descarbonizar el transporte privado, donde los VEB ya ofrecen una solución madura y rentable, sino en los sectores donde la electricidad no puede llegar fácilmente.

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La Revolución Silenciosa: Hidrógeno en la Industria Pesada

El verdadero potencial transformador del hidrógeno verde se encuentra lejos de los garajes de los hogares, en el corazón de la industria pesada. Sectores como la producción de acero, el cemento y el amoniaco son responsables de una parte masiva de las emisiones globales. Por ejemplo, la producción de acero tradicional requiere carbón coque, y la del cemento genera enormes cantidades de CO2 como parte de su proceso químico. Para estos «sectores difíciles de abatir» o hard-to-abate, la electrificación directa es inviable por razones técnicas y de coste. Es aquí donde el hidrógeno emerge como una solución insustituible.

El hidrógeno puede actuar como un agente reductor en la producción de hierro, reemplazando al carbón y emitiendo solo agua. En la producción de amoníaco (clave para fertilizantes), el hidrógeno es la materia prima principal, y su versión verde puede descarbonizar por completo un proceso que hoy depende del gas natural. Del mismo modo, el transporte marítimo y la aviación de larga distancia requieren combustibles de alta densidad energética que las baterías no pueden proporcionar. Aquí, el hidrógeno o sus derivados (como el amoníaco o los combustibles sintéticos) son la única vía realista para la descarbonización.

Enfoque Estratégico: Urge un Cambio de Incentivos

Los gobiernos y las empresas han invertido grandes sumas en proyectos de movilidad con hidrógeno, a menudo con resultados limitados. Es hora de redirigir los incentivos económicos y las políticas públicas hacia donde el impacto es verdaderamente significativo. Se necesita una inversión masiva en la producción de hidrógeno verde a gran escala, en la infraestructura de transporte y almacenamiento, y en la reconversión de las plantas industriales.

Promover la adopción del hidrógeno en estos sectores estratégicos no solo acelerará la lucha contra el cambio climático, sino que también creará empleos verdes especializados y fortalecerá la competitividad de las industrias nacionales en un mundo que se dirige inevitablemente hacia la descarbonización. Enfocar el debate en los autos eléctricos ha sido un error de distracción.

El futuro del hidrógeno no es un SUV que no contamina; es un carguero transatlántico, una acería que funciona sin carbón y un avión que cruza continentes de forma limpia. El verdadero potencial del hidrógeno se encuentra en los pilares de nuestra economía, y es allí donde debemos centrar nuestros esfuerzos.

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