La redefinición geopolítica del suministro energético
La reciente advertencia del presidente Donald Trump sobre imponer nuevas sanciones a países que importen crudo ruso ha estremecido el mercado petrolero mundial. A medida que India y China —los dos principales consumidores asiáticos de hidrocarburos— evalúan los riesgos de mantener sus compras a Moscú, América Latina se presenta como un proveedor alternativo potencial. Esta región, rica en reservas, busca posicionarse como socio energético confiable, pero enfrenta múltiples desafíos estructurales.
India y China bajo presión: ¿seguir comprando a Rusia o diversificar?
India: equilibrio entre pragmatismo y presión diplomática
Desde que comenzaron las sanciones occidentales a Rusia en 2022, India ha aumentado considerablemente sus compras de petróleo ruso con descuento. Sin embargo, la amenaza directa de Washington obliga a Nueva Delhi a recalibrar su estrategia. India no forma parte de la alianza occidental, pero depende en gran medida de EE. UU. para cooperación tecnológica y defensa.
Según datos del gobierno de la India, más del 30% del crudo importado en 2024 provino de Rusia. Si Washington cumple su advertencia y castiga comercialmente a quienes sostengan estos flujos, India podría verse obligada a reducir esta dependencia. Allí es donde América Latina aparece en el radar.
Brasil, México, Colombia y Guyana han sido citados por analistas como posibles sustitutos. Petrobras ya ha aumentado envíos spot hacia Asia, mientras que Pemex podría redirigir parte de su mezcla Istmo a compradores interesados, si los precios justifican la logística.
China: una estrategia de doble carril
A diferencia de India, China posee más margen de maniobra. Ha establecido rutas energéticas alternativas, posee reservas estratégicas considerables y mantiene una relación geopolítica más cercana con Rusia. Sin embargo, el gigante asiático también está diversificando activamente su cartera de proveedores para reducir riesgos ante eventuales interrupciones por sanciones secundarias.
China ha incrementado su presencia en Venezuela a través de intercambios energéticos en yuanes y ha mostrado interés renovado en acuerdos petroleros con Brasil, Ecuador y Argentina. Según cifras de la Administración General de Aduanas china, el crudo sudamericano representó cerca del 20% de sus importaciones petroleras en el primer semestre de 2025.
¿Puede América Latina asumir el reto?
Capacidad de producción y obstáculos logísticos
América Latina posee vastas reservas de petróleo convencional y no convencional. Venezuela lidera en volumen, pero su infraestructura deteriorada y sanciones aún vigentes limitan su capacidad de respuesta inmediata. Brasil, en cambio, con su producción en el presal, y Guyana, con sus descubrimientos recientes en el bloque Stabroek, son opciones viables de corto y mediano plazo.
Sin embargo, la falta de infraestructura de exportación directa hacia Asia (puertos, oleoductos interoceánicos, flotas marítimas) y la volatilidad política en algunos países obstaculizan una respuesta ágil a la demanda potencial de India y China.
Incentivos, precios y estabilidad contractual
Para atraer a compradores asiáticos, los productores latinoamericanos deberán ofrecer condiciones contractuales competitivas, suministro estable y precios atractivos en el contexto de fletes elevados. Empresas estatales como Ecopetrol y YPF han expresado interés en ampliar su presencia en Asia, pero las inversiones necesarias en terminales y cadenas logísticas son sustanciales.
Algunos gobiernos ya exploran acuerdos bilaterales con China e India, no sólo de suministro energético, sino de cooperación tecnológica, financiera y de inversión en exploración. En este marco, Guyana podría convertirse en un actor emergente de peso.
América Latina, entre la oportunidad y el riesgo
Auge de las exportaciones o dependencia volátil
El interés asiático podría estimular nuevas inversiones en exploración y producción, generar divisas frescas e impulsar economías nacionales. No obstante, también plantea riesgos: la dependencia de compradores externos altamente sensibles al entorno geopolítico puede dejar a la región vulnerable a cambios abruptos de política o precio.
Además, alinearse con ciertos compradores podría tensar las relaciones con otros actores globales. Una estrategia diversificada e independiente será clave para mantener autonomía energética.
Hacia una diplomacia energética proactiva
La coyuntura actual representa una ventana para que América Latina se posicione como un proveedor confiable, sostenible y políticamente neutral. Para lograrlo, será necesario adoptar una diplomacia energética activa, crear marcos contractuales estables y mejorar la infraestructura de exportación.
No se trata solo de vender más crudo, sino de construir relaciones de largo plazo que protejan los intereses nacionales y fomenten la seguridad energética regional.
América Latina debe decidir si quiere ser opción o actor clave
El reordenamiento del mercado petrolero global tras la nueva ofensiva de Washington contra los compradores de crudo ruso abre oportunidades inéditas para América Latina. Pero estas solo podrán capitalizarse si los gobiernos y empresas de la región actúan con visión estratégica.
Convertirse en proveedor alternativo para India y China implica más que tener petróleo: requiere certidumbre jurídica, estabilidad política, infraestructura moderna y voluntad de cooperar. En un mundo donde la energía es cada vez más geopolítica, América Latina tiene una decisión pendiente: ser simplemente una opción, o consolidarse como actor energético indispensable del siglo XXI.
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