Imprescindible el petróleo: el riesgo de agotamiento y su impacto social global 

En 2005, un físico-geólogo alertó que el mundo enfrentaría un colapso energético para 2050. Hoy, su advertencia sobre lo imprescindible del petróleo resuena más fuerte que nunca.

Hace 23 horas
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En el año 2005, el geólogo y físico retirado Colin Campbell afirmó que el mundo se aproximaba al llamado peak oil, el punto de inflexión tras el cual la producción mundial de petróleo comenzaría un declive irreversible. Campbell proyectó que, de no reestructurarse la matriz energética global, la sociedad moderna —altamente dependiente del petróleo— podría enfrentar un colapso hacia mediados del siglo XXI. Hoy, con la crisis climática, la inestabilidad geopolítica y la sobreexplotación de recursos, su advertencia adquiere renovada urgencia. ¿Qué ocurrirá cuando se agoten las reservas y qué tan imprescindible es el petróleo para el orden económico, tecnológico y social del planeta? 

¿Quién fue Colin Campbell y qué predijo sobre el petróleo? 

Colin J. Campbell fue un geólogo de origen irlandés y exejecutivo de compañías como Texaco y BP. Reconocido por su trabajo sobre el peak oil, Campbell publicó en 1998 junto con Jean Laherrère un influyente artículo en Scientific American, en el que advertían que la producción global de crudo convencional alcanzaría su punto máximo en las siguientes dos décadas. En su obra The Coming Oil Crisis (1997), Campbell alertaba que la sociedad estaba construida sobre un recurso no renovable y finito: el petróleo.

El concepto de peak oil, o pico del petróleo, hace referencia al punto máximo de producción mundial de crudo, a partir del cual comienza un descenso irreversible. Esta teoría fue formulada inicialmente por el geofísico estadounidense Marion King Hubbert en 1956, quien predijo con precisión el declive de la producción petrolera en Estados Unidos continental hacia la década de 1970.

Décadas más tarde, el geólogo irlandés Colin Campbell retomó y amplificó esta teoría en un marco global, advirtiendo que el mundo alcanzaría su máximo de producción de petróleo convencional en las primeras décadas del siglo XXI. En un escenario marcado por tensiones geopolíticas, transición energética e incertidumbre sobre el suministro, las proyecciones de Campbell han reactivado el debate sobre lo imprescindible del petróleo y el riesgo de colapso estructural ante su agotamiento.

Para 2005, Campbell fundó la Association for the Study of Peak Oil and Gas (ASPO), desde donde impulsó investigaciones que señalaban un agotamiento estructural hacia 2050 si no se adoptaban cambios drásticos.

El petróleo no es solo un combustible: es la columna vertebral de la economía global. Alrededor del 31% de la energía mundial proviene de derivados del petróleo, según la Agencia Internacional de Energía (IEA) (2024). Desde fertilizantes y medicamentos hasta plásticos y transporte, su presencia es ubicua. La logística, la industria alimentaria y el comercio internacional dependen de él para funcionar. 

Además, a pesar del crecimiento de las energías renovables, estas aún no alcanzan ni el 15% de la matriz energética mundial de manera estable. La infraestructura de transición energética requiere grandes inversiones, materias primas escasas y tiempo, algo que escasea ante la presión climática y el aumento demográfico. 

Por ello, Campbell sostenía que el petróleo es más que un recurso energético: es imprescindible para mantener el estilo de vida contemporáneo. 

¿Qué pasará con la sociedad si el petróleo se agota? 

El colapso no sería inmediato ni uniforme, pero sus efectos podrían ser devastadores si no se actúa con previsión. La economía mundial, especialmente en países en desarrollo, colapsaría ante la escasez de combustibles para transporte, maquinaria agrícola y generación eléctrica. El comercio internacional se reduciría drásticamente, afectando cadenas de suministro, alimentos y bienes básicos. 

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Según informes del Club de Roma y el Informe Meadows (actualizado en 2022), el declive energético provocaría escasez, inflación y tensiones sociales. Se intensificarían los conflictos por recursos, las migraciones climáticas y el debilitamiento de Estados con baja resiliencia energética. 

Sin petróleo, el sistema global basado en el consumo, la movilidad masiva y la producción industrial descentralizada se vería forzado a reformularse. 

¿Estamos preparados para un mundo sin petróleo? 

A pesar de las advertencias, la transición energética avanza lentamente. La dependencia de combustibles fósiles sigue siendo alta en sectores como aviación, transporte marítimo y petroquímica. Aunque países como Noruega, Alemania y China invierten en hidrógeno verde, solar y eólica, la implementación global es desigual. 

En contraste, las emisiones siguen creciendo y las reservas de petróleo de fácil acceso disminuyen. El informe World Energy Outlook 2024 señala que, aunque aún existen reservas, muchas son más costosas y contaminantes de extraer, como las arenas bituminosas o los pozos en aguas profundas. 

El reto no es solo técnico, sino político y económico: rediseñar el sistema sin provocar caos. A esto se refería Campbell cuando advertía que el “descenso energético será más disruptivo que el auge del petróleo» 

El petróleo: ¿un legado o una trampa?

El petróleo permitió el desarrollo sin precedentes del siglo XX. Desde la medicina hasta el transporte intercontinental, su impacto ha sido revolucionario. Sin embargo, esa misma dependencia podría convertirse en una trampa si no se actúa con urgencia. Como advirtió Colin Campbell, el siglo XXI marcará el inicio del declive petrolero, y la pregunta ya no es si ocurrirá, sino cuán preparados estaremos. 

Lo imprescindible del petróleo radica en su invisibilidad funcional: lo usamos sin notarlo, pero su ausencia lo cambiaría todo. Comprender esto es el primer paso para construir una sociedad pospetróleo resiliente, sostenible y equitativa. 

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