La seguridad eléctrica es esencial para las economías y sociedades modernas: la lección crítica del apagón ibérico

El colapso eléctrico en España y Portugal el 28 de abril de 2025 expuso una verdad incuestionable: la seguridad eléctrica es esencial para las economías modernas.

Hace 6 horas
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El apagón ibérico revela una vulnerabilidad sistémica

El 28 de abril de 2025, a las 12:33 CEST, España y Portugal enfrentaron una interrupción total del suministro eléctrico que paralizó servicios esenciales, desconectó redes de transporte y dejó a millones sin luz durante varias horas. Este apagón, cuya onda expansiva alcanzó incluso partes del suroeste de Francia, dejó una enseñanza contundente: la seguridad eléctrica es esencial para las economías y sociedades modernas.

Más allá del impacto inmediato, el evento evidenció cómo la creciente complejidad de los sistemas energéticos europeos —cada vez más descentralizados, digitalizados e interdependientes— los hace vulnerables a fallas simultáneas. En este contexto, garantizar un suministro eléctrico continuo y resiliente se convierte en una prioridad estratégica para gobiernos y ciudadanos por igual.

Causas técnicas de un colapso inesperado

Según la Agencia Internacional de Energía (IEA) y los informes de Red Eléctrica de España y REN (Portugal), el apagón se originó tras una serie de fallos técnicos encadenados. Tres plantas generadoras en Granada, Sevilla y Badajoz se desconectaron del sistema en segundos, generando un desbalance de potencia de más de 15 GW.

La pérdida repentina de generación afectó el control de frecuencia y voltaje, desencadenando mecanismos de protección que desconectaron instalaciones clave en cascada. El resultado fue un colapso regional del sistema interconectado ibérico, con consecuencias visibles en líneas ferroviarias, aeropuertos, hospitales, servicios de emergencia y plataformas digitales.

Este tipo de colapsos muestran que la red eléctrica europea —aunque robusta en términos históricos— enfrenta nuevos desafíos al incorporar un volumen creciente de energías renovables intermitentes, almacenamiento distribuido y consumidores activos.

Cuando el sistema eléctrico se convierte en un riesgo económico

El apagón del 28 de abril no fue el primero ni será el último. Eventos similares han ocurrido en Texas (2021), Pakistán (2023) y Reino Unido (2019). Todos tienen un denominador común: subestimar la seguridad eléctrica como componente crítico del desarrollo.

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En sociedades digitalizadas, cada interrupción eléctrica tiene efectos multiplicadores: afecta procesos industriales automatizados, paraliza medios de transporte, interrumpe operaciones financieras y debilita la confianza en las instituciones. La IEA insiste en que la seguridad eléctrica debe situarse al mismo nivel que la seguridad nacional, sanitaria o alimentaria.

Europa, en plena transición hacia fuentes renovables, enfrenta una paradoja: cuanto más descarbonizado es su mix energético, más expuesto queda a las intermitencias y vulnerabilidades de sistemas no preparados para un nuevo paradigma eléctrico. La infraestructura heredada, diseñada para flujos unidireccionales, ya no es suficiente.

Claves para una red eléctrica resiliente en el siglo XXI

Tras el apagón, las autoridades energéticas europeas han delineado varias líneas de acción para reforzar la seguridad eléctrica. La IEA destaca cinco pilares fundamentales:

  • Modernización urgente de redes eléctricas, incluyendo automatización, sensores inteligentes y control en tiempo real.
  • Integración de almacenamiento a gran escala, para amortiguar variaciones de generación renovable.
  • Desarrollo de planes de contingencia multisectoriales, que incluyan transporte, salud, defensa y telecomunicaciones.
  • Ciberseguridad avanzada, para proteger las redes frente a ataques digitales que puedan amplificar fallos físicos.
  • Formación y retención de talento técnico, capaz de operar infraestructuras complejas bajo presión.

España y Portugal han comenzado a implementar medidas de automatización rápida en sus redes regionales, así como simulacros de respuesta ante emergencias. Sin embargo, la escala del problema requiere cooperación regional dentro del marco de ENTSO-E y la Comisión Europea.

Seguridad eléctrica: un imperativo geopolítico y social

El apagón del 28 de abril de 2025 no solo fue una falla técnica: fue una advertencia geopolítica. La electricidad ya no es simplemente un insumo; es la columna vertebral de toda infraestructura crítica. Las naciones que no prioricen su seguridad eléctrica se verán expuestas a crisis cada vez más frecuentes, más costosas y más difíciles de contener.

Garantizar una red segura es indispensable para sostener la transición energética, evitar disrupciones sociales y mantener la competitividad económica en un mundo hiperconectado. En tiempos de electrificación masiva, resiliencia energética significa soberanía funcional.

La seguridad eléctrica debe dejar de ser un tema técnico de segundo plano para convertirse en parte central del debate público y de las políticas nacionales. Es hora de tomar decisiones audaces, sostenidas y coordinadas que aseguren que el próximo colapso no se convierta en catástrofe.

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