Un nuevo eje logístico para la energía en México
La expansión de nuevas terminales marítimas y terrestres para combustibles en México ha cobrado fuerza en los últimos cinco años. El crecimiento del parque vehicular, el dinamismo industrial y la apertura del mercado energético tras la reforma de 2013 impulsaron la necesidad de fortalecer la infraestructura de almacenamiento y distribución. México requiere una cobertura mínima de 10 días de inventario nacional de combustibles, pero hasta 2024 apenas se garantiza un promedio de cinco días.
Ante esta brecha crítica, el país ha acelerado proyectos estratégicos que incluyen tanto inversiones públicas como privadas. Terminales en puertos clave como Tuxpan, Veracruz, Manzanillo y Lázaro Cárdenas, junto con desarrollos en zonas terrestres como San Luis Potosí, Guanajuato o Querétaro, buscan mejorar la resiliencia operativa del sistema energético. ¿Qué avances se han concretado y qué impacto tendrán?
Infraestructura marítima: nuevos nodos clave en el Golfo y el Pacífico
El litoral mexicano se ha convertido en un eje prioritario para la recepción y manejo de combustibles. En el Golfo de México, destacan proyectos en Tuxpan, donde empresas como IEnova (hoy Sempra Infraestructura) y Monterra Energy proyectó una terminal privada en Tuxpan, Veracruz, con una capacidad de almacenamiento de hasta 2.2 millones de barriles, conectada a un poliducto de 270 kilómetros hacia Tula, Hidalgo, para abastecer al centro del país.
Sin embargo, la operación de la terminal fue suspendida por la Comisión Reguladora de Energía en 2021 debido a presuntos incumplimientos normativos. Aunque se autorizó su reactivación parcial en 2022, no ha operado de forma continua a plena capacidad, y su infraestructura logística aún enfrenta limitaciones regulatorias y operativas.
EEn Veracruz, el Proyecto de Desarrollo de la Terminal Marítima de Pajaritos, liderado por Pemex Logística, busca recuperar capacidad de almacenamiento e importación desde el mar Caribe. Por su parte, en el Pacífico, Manzanillo ha cobrado protagonismo. La terminal de Zeta Gas y otras ampliaciones en curso permitirán importar gasolina y diésel desde Asia y América del Sur.
En Lázaro Cárdenas, la empresa Grupo Orsan está construyendo una nueva terminal multipropósito con capacidad inicial de 650 mil barriles, con proyección a duplicar esa cifra para 2026. Estos proyectos no solo amplían el margen operativo del país, sino que abren nuevas rutas logísticas que evitan cuellos de botella en el transporte.
Terminales terrestres: nodos logísticos en el Bajío y el norte del país
Las terminales terrestres son fundamentales para garantizar la distribución interna de combustibles. En el centro y norte del país, el dinamismo del sector privado ha sido notable. Grupo Valero, por ejemplo, opera una terminal en San José Iturbide (Guanajuato) con capacidad para 1 millón de barriles, alimentada desde el puerto de Altamira.
En San Luis Potosí, Grupo México Transportes avanza en la expansión de su terminal ferroviaria para aumentar la recepción de combustibles por tren desde la frontera norte y el Golfo. En Querétaro, Oiltanking y Trafigura colaboran en un proyecto conjunto para abastecer combustibles a estaciones de servicio propias y de terceros.
Chihuahua, el Ferropuerto de Ciudad Juárez también se consolida como un nodo terrestre con creciente volumen de tránsito, facilitado por su cercanía a refinerías en Texas. Esta diversificación de rutas terrestres mejora el abastecimiento en regiones tradicionalmente vulnerables.
Coordinación público-privada: retos y oportunidades
Aunque la inversión privada ha impulsado buena parte del nuevo desarrollo, la coordinación con el sector público sigue siendo determinante. La Comisión Reguladora de Energía (CRE) ha mostrado una dinámica variable en la aprobación de permisos para terminales de almacenamiento de combustibles. En años recientes se han liberado centenas de autorizaciones, incluyendo más de 400 permisos en 2022, frente a un promedio de alrededor de 115 permisos anuales entre 2020 y 2021. Sin embargo, persisten retrasos regulatorios: desde 2020 la CRE ha negado o suspendido múltiples proyectos privados, con cerca de 1 000 solicitudes en espera, lo que ha generado incertidumbre en la industria.
Por otro lado, Pemex continúa dominando el almacenamiento: al cierre de 2023, firmes datos oficiales indican que controla más del 80 % del mercado de combustible (82.1 %), mientras que el sector privado participa con menos del 20 % .
La capacidad efectiva de almacenamiento de Pemex también ha crecido en los últimos años: pasó de unos 14 millones de barriles en 2018 a aproximadamente 16.5 millones al cierre de 2023, lo que representa un incremento del 18 %, otorgando autonomía operativa de 17 días, con la meta de alcanzar 18.7 días en 2024 .
Aun así, continúa invirtiendo en modernización. En abril de 2025, anunció la rehabilitación de la Terminal de Almacenamiento y Reparto (TAR) de Salamanca, que busca optimizar el abastecimiento en Guanajuato y Michoacán.
La implementación del Sistema de Información de Mercado (SIM) por parte de la SENER también ha sido clave. Este sistema permite monitorear en tiempo real el flujo de combustibles y facilita la planeación estratégica. Sin embargo, especialistas advierten que aún faltan inversiones en seguridad, interoperabilidad y redundancia para evitar riesgos críticos.
Perspectivas hacia 2026: resiliencia y autosuficiencia logística
De cara a 2026, el panorama logístico para combustibles en México muestra claros signos de transformación. Las nuevas terminales marítimas y terrestres para combustibles permiten aumentar la cobertura operativa, reducir dependencia de infraestructura obsoleta y diversificar las rutas de suministro.
No obstante, el verdadero reto será lograr un sistema más resiliente, que pueda operar bajo presiones externas —como variaciones de precios internacionales o eventos climáticos extremos— sin comprometer el abasto.
Expertos del Instituto Mexicano del Petróleo (IMP) y del Centro de Investigación en Energía (UNAM) coinciden en que las alianzas público-privadas, junto con una regulación eficiente, son la base para una logística energética moderna.
La consolidación de estos proyectos no solo tiene impacto económico: representa un paso hacia la seguridad energética nacional. En un contexto global de transición, contar con una red robusta y flexible de almacenamiento y distribución permitirá a México adaptarse mejor a los cambios del mercado internacional, sin sacrificar el abasto interno.
Te invito a leer: