En una nueva etapa del robo de combustibles en México, huachicoleros en Guanajuato han comenzado a utilizar bolsas plásticas industriales de gran tamaño dentro de cajas secas de tráiler, reemplazando el uso de pipas tradicionales como método de transporte del hidrocarburo robado.
De acuerdo con autoridades estatales, esta técnica permite a las bandas delictivas pasar desapercibidas en retenes y puntos de revisión, al simular que se trata de unidades de carga convencionales. Estas bolsas —conocidas en la industria como liners de polietileno o contenedores flexibles a granel (IBC, por sus siglas en inglés)— pueden almacenar entre 12 mil y 26 mil litros de gasolina o diésel, y están diseñadas originalmente para el transporte legal de líquidos como químicos, jugos o aceites.
Fabricadas con polietileno de alta resistencia y recubiertas con capas de polipropileno tejido, estas bolsas son herméticas, reutilizables y cuentan con válvulas de llenado y descarga, características que han sido aprovechadas por el crimen organizado para convertir tráileres en verdaderas cisternas móviles encubiertas.
El uso de estas tecnologías legales en la industria química y alimentaria— con fines ilícitos refleja la evolución del robo de combustibles en México, que ha pasado del uso rudimentario de bidones y tomas artesanales, a un modelo logístico altamente sofisticado, donde la prioridad es reducir riesgos operativos y evitar la detección por parte de las autoridades.
Aunque estados como Puebla, Veracruz y Hidalgo han encabezado históricamente la estadística nacional en tomas clandestinas, Guanajuato se ha convertido en un nodo estratégico por su ubicación en el Bajío, cruce de ductos clave de Pemex, y su conexión con corredores logísticos nacionales. De hecho, según datos de la propia empresa productiva del Estado, tan solo en 2023 Guanajuato registró más de 1,000 tomas clandestinas, ubicándose en el top 5 nacional.
La implementación de bolsas industriales en el transporte ilegal representa un reto adicional para las autoridades, ya que este método reduce la visibilidad de la carga, imposibilita la detección a simple vista, y permite movilizar grandes volúmenes de combustible con menor exposición.
Lucha contra el huachicol: ¿tecnología contra tecnología?
Desde 2018, el Gobierno Federal ha intensificado las estrategias para combatir el huachicol, con la intervención directa de ductos, vigilancia militar en instalaciones estratégicas y el fortalecimiento de las penas para quienes participen en este delito.
Sin embargo, la innovación criminal sigue avanzando. Expertos consultados por Petróleo & Energía advierten que el fenómeno del huachicol no solo representa una pérdida de más de 15 mil millones de pesos anuales para Pemex, sino que también pone en riesgo a comunidades completas, al fomentar explosiones, contaminación del suelo, e incluso enfrentamientos entre bandas por el control del mercado negro.
Con el uso de contenedores plásticos industriales dentro de tráileres, el robo de combustibles entra en una nueva fase, en la que la sofisticación tecnológica será cada vez más determinante. Autoridades ya analizan reforzar los protocolos de inspección en carreteras, incluso con herramientas como sensores térmicos y escáneres químicos, para detectar líquidos combustibles al interior de unidades aparentemente comunes.
