De gigante del petróleo a promesa de baja huella
La Petróleos Mexicanos (Pemex) fue durante décadas un pilar de la economía mexicana. Su rol en la exploración, extracción, refinación y distribución de hidrocarburos le dio una centralidad sin igual en el sector energético nacional. Hoy, sin embargo, se enfrenta a un nuevo reto: adaptarse a la transición energética global y nacional. Su estrategia reciente lo refleja. En su Plan Estratégico 2025-2035 la empresa reconoce explícitamente la necesidad de integrar la “transición energética”, reducir su huella de carbono y priorizar la cogeneración y otros proyectos de bajo carbono.
Esta transformación —o al menos su intención— pasa por tres líneas prioritarias: la cogeneración de vapor y electricidad en sus instalaciones industriales; el desarrollo de biocombustibles; y la captura y almacenamiento de carbono (CAC o CCUS: captura, uso y almacenamiento de CO₂). Evaluar dichas rutas y su factibilidad permite responder a la pregunta clave: ¿Puede la reinvención de Pemex convertirla en un actor relevante de transición energética?
Cogeneración: ventaja operativa y palanca de cambio
La cogeneración consiste en producir simultáneamente electricidad y calor útil a partir de un solo combustible o fuente, con mejor eficiencia que generar ambos por separado. Para Pemex, cuyos activos industriales (refinerías, complejos petroquímicos) requieren importantes insumos de energía térmica y eléctrica, la cogeneración puede traducirse en reducción de costos y emisiones.
Un ejemplo concreto es el “Proyecto de Cogeneración Nuevo Pemex”, que apunta a una disminución estimada de 430 000 toneladas de CO₂ al año mediante ahorro de gas y combustóleo y una mejora en eficiencia. Asimismo, según su Plan Estratégico, Pemex “incrementa el aprovechamiento del potencial de eficiencia energética y cogeneración … con el propósito de disminuir los costos de los servicios auxiliares, así como reducir el consumo de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero”.
Estas iniciativas le otorgan a Pemex una ventaja competitiva en su reinvención: ya cuenta con infraestructura, personal técnico y escala industrial, lo cual le permite desplegar cogeneración donde nuevos actores tendrían que construir desde cero. No obstante, los retos son notables: capital necesario, mantenimiento, modernización de refinerías envejecidas, riesgos técnicos, y asegurar que los ahorros en emisiones sean tangibles.
Biocombustibles: reto mayor, oportunidad incierta
La segunda palanca de transición de Pemex se halla en el desarrollo de biocombustibles —es decir, combustibles derivados de biomasa o residuos orgánicos que pueden mezclarse con combustibles fósiles o usarse como sustitutos. En este ámbito, la empresa tiene un camino más complejo: no es su negocio tradicional, requiere nuevas cadenas de valor y tecnologías, y el mercado global ya registra competitividad.
Diversos análisis señalan que Pemex “tiene opciones para … incorporar la producción y promoción de biocombustibles como etanol y biodiésel” para reducir su intensidad de carbono. Sin embargo, no se han publicado hasta hoy grandes anuncios públicos de parques industriales de biocombustibles a escala comercial bajo su gestión.
Esto plantea dos escenarios: uno, que Pemex logre integrar biocombustibles como parte de su negocio con alianzas estratégicas e inversión privada; otro, que este frente quede rezagado. Su éxito dependerá de varios factores: materia prima disponible, logística, incentivos regulatorios, mezcla obligatoria, rendimientos de cultivo/residuos, y rentabilidad. En ese contexto, la biocombustibilidad representa una oportunidad, pero no (por ahora) una garantía de reinvención.
Captura y almacenamiento de carbono (CAC/CCUS): vital para legitimidad verde
El tercer frente —y quizá el más estratégico desde el punto de vista de sostenibilidad— es la captura y almacenamiento de carbono. Para que Pemex deje de ser únicamente emisor y se convierta en actor de mitigación, debe desplegar tecnologías que capturen CO₂, lo reutilicen o lo almacenen, y así reduzcan la intensidad de carbono de sus operaciones.
Pemex ha convocado este reto en su presentación de ESG (medioambientales, sociales y gobernanza): expresa que “Oportunidades de negocio de bajo carbono a ser evaluadas con un enfoque de viabilidad a largo plazo que mejorará las emisiones de Alcance 3”. Además, un reporte especializado indica que la empresa “lidera iniciativas de CCUS … destaca el proyecto piloto en el campo Cantarell, con una capacidad estimada de captura de 1.2 millones de toneladas anuales de CO₂”.
El reto es significativo. Las tecnologías de CAC requieren inversión elevada, marcos regulatorios claros, infraestructura de transporte y almacenamiento geológico segura, y modelos de negocio que permitan recuperar la inversión (ya sea a través de créditos de carbono, mercados voluntarios, inyección a yacimientos, etc.). Pemex está en el inicio de ese viaje, lo cual puede jugar a su favor —por su escala y activos petroleros—, pero también en su contra si no concreta ejecución rápida.

Limitaciones estructurales: vieja petroquímica, deuda y gobernanza
Para evaluar si la reinvención de Pemex es factible, es imprescindible considerar sus barreras estructurales. Su Plan Estratégico señala que la empresa enfrenta niveles de deuda elevados, necesidad de eficiencia operativa, optimización de gastos y de activos no rentables.
Asimismo, la industria nacional de hidrocarburos ha sido objeto de críticas en materia de gobernanza, transparencia y cumplimiento de estándares ESG. El propio análisis sobre sostenibilidad de Pemex advierte que “como toda empresa nacional, requiere fortalecer sus procesos de transparencia y de rendición de cuentas en temas ambientales, de seguridad y gobernanza corporativa”.
Estos elementos condicionan su capacidad para atraer inversión privada, ejecutar asociaciones público-privadas de manera eficiente, y desplegar tecnología de vanguardia a tiempo. A pesar de una estrategia formal bien definida, el ritmo de transformación dependerá de que Pemex supere estas barreras.
¿Es suficiente para transformarla en actor de transición energética?
La transformación de Pemex hacia un actor de transición energética es ambiciosa y plausible, pero no está garantizada. La combinación de cogeneración, biocombustibles y CAC le ofrece un portafolio variado para adaptarse al cambio de paradigma. Sin embargo, cada palanca tiene desafíos distintos y el éxito depende de la ejecución, la colaboración privada-pública y el entorno regulatorio.
Quizás el renglón más avanzado es el de cogeneración: Pemex tiene una ventaja operativa real para reducir emisiones y costos, lo cual contribuye a su viabilidad financiera y al “lado limpio” de su producción. En el ámbito de captura de carbono, empieza con pilotos prometedores, pero queda pendiente ponerlos a escala. En biocombustibles, la brecha es mayor: la empresa tiene que construir desde casi cero la cadena de valor, o aliarse con actores externos.
Por tanto, la reinvención de Pemex está en marcha. Pero para que verdaderamente se convierta en actor de la transición energética, deberá cumplir tres condiciones:
- Priorizar proyectos que generen flujo de caja y reduzcan carbono en el corto plazo.
- Transparentar indicadores de sostenibilidad para ganar credibilidad ante mercados e inversionistas.
- Aprovechar asociaciones estratégicas y modelos innovadores de financiamiento para llevar a escala sus proyectos de transición.
Hacia un nuevo papel: impacto nacional y global
Si Pemex logra consolidar su transformación, el impacto para México podría ser relevante. Una Pemex más diversificada, con negocios bajos en carbono, robustecida financieramente y alineada con las metas de reducción de emisiones del país, puede contribuir a la seguridad energética, al empleo y al desarrollo industrial nacional.
En el ámbito global, transformar una empresa petrolera estatal de gran tamaño en actor de transición energética tiene un valor simbólico: demuestra que los jugadores tradicionales pueden adaptarse y que los países productores de hidrocarburos también pueden encontrar rutas hacia un futuro más sostenible.
La reinvención de Pemex no es un sueño —es una agenda que exige resultados
La reinvención de Pemex es una apuesta que une legado petrolero y urgencia de cambio climático. La empresa tiene activos, escala y mandato nacional, lo que le brinda una plataforma única. Pero esa ventaja debe traducirse en ejecución, resultados y transparencia. De lo contrario, quedará en declaración estratégica.
Invertir en cogeneración, biocombustibles y captura de carbono son pasos importantes. Lograrlos tendrá efectos: reducción de emisiones, diversificación de negocio, mejora financiera y mayor legitimidad pública y privada. En suma: Pemex puede reinventarse como actor de la transición energética, siempre que gestione con eficiencia sus recursos, alianzas y compromisos.
Este es el momento en el cual México observa si la empresa que dominó el siglo XX del petróleo está preparada para liderar, o al menos acompañar, el siglo XXI de la energía limpia.
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