Las plantas termosolares representan una de las tecnologías más innovadoras de la energía renovable. Una planta termosolar concentra la radiación solar mediante espejos para generar calor y producir electricidad de manera continua, incluso cuando el sol no está presente. A diferencia de la solar fotovoltaica, que depende de la radiación directa para generar electricidad instantánea, la termosolar integra sistemas de almacenamiento térmico que la convierten en una alternativa estratégica para garantizar estabilidad en las redes eléctricas.
Cómo funciona una planta termosolar
El principio básico de una planta termosolar es la concentración de la energía solar en un punto o receptor central. Para ello, se utilizan helióstatos o espejos parabólicos que siguen el movimiento del sol. Esta radiación concentrada calienta un fluido, como sales fundidas o aceite térmico, que alcanza temperaturas superiores a los 500 °C.
El calor generado se transfiere a un sistema de vapor que impulsa turbinas eléctricas, similar a las centrales térmicas convencionales, pero con la diferencia de que la fuente de calor proviene del sol y no de combustibles fósiles. Uno de los mayores beneficios de esta tecnología es la posibilidad de almacenar energía térmica durante horas, permitiendo su uso por la noche o en periodos nublados.
Ejemplos emblemáticos incluyen la planta Gemasolar en Sevilla, España, operativa desde 2011 y pionera en almacenamiento térmico de 15 horas, o la Noor Ouarzazate en Marruecos, considerada el complejo termosolar más grande del mundo con más de 500 MW instalados.
Ventajas frente a otras renovables
La planta termosolar ofrece beneficios que van más allá de la reducción de emisiones. Su capacidad de almacenamiento es una ventaja frente a la energía eólica o solar fotovoltaica, que dependen de la intermitencia del recurso natural.
Según la Agencia Internacional de Energía Renovable (IRENA), las plantas termosolares pueden contribuir a reducir costos de integración en redes eléctricas y mejorar la resiliencia de los sistemas energéticos. En América Latina, Chile se ha convertido en líder regional con el proyecto Cerro Dominador, que combina termosolar con fotovoltaica y aporta 210 MW, garantizando suministro continuo en el desierto de Atacama.
A nivel económico, los costos de inversión aún representan un desafío. La consultora BloombergNEF reportó en 2024 que el costo nivelado de la electricidad (LCOE) en proyectos termosolares ronda los 120 USD/MWh, superior a la fotovoltaica. No obstante, al considerar su capacidad de almacenamiento y su papel en evitar apagones, la competitividad mejora frente a soluciones que requieren respaldo fósil.
Retos para su expansión global
El avance de la planta termosolar enfrenta barreras vinculadas a costos iniciales, necesidad de terrenos amplios y disponibilidad de radiación solar directa. Países con zonas desérticas, como México, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos o Australia, tienen un potencial estratégico para impulsar esta tecnología.
En México, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) evaluó en 2025 la viabilidad de un proyecto termosolar en Baja California Sur para atender la alta demanda en verano, reducir el uso de diésel y garantizar estabilidad en un sistema aislado de la red nacional. Este tipo de iniciativas demuestran cómo la termosolar puede atender necesidades locales con impacto ambiental positivo.
La competencia con tecnologías de almacenamiento eléctrico, como las baterías de ion-litio, también marca el debate. Sin embargo, expertos de la Universidad de Stanford subrayan que la termosolar puede complementar estas soluciones al ofrecer almacenamiento a gran escala con costos marginales decrecientes.
Perspectivas hacia 2030
Las proyecciones de la Agencia Internacional de Energía (AIE) indican que la capacidad instalada termosolar podría duplicarse hacia 2030, alcanzando más de 20 GW a nivel global. China, que en 2024 inauguró más de 1.4 GW termosolares en proyectos de desierto, lidera la tendencia de expansión masiva.
La Unión Europea, por su parte, ha incorporado a la termosolar en su hoja de ruta de descarbonización, especialmente en el sur de España, Grecia e Italia. Mientras tanto, Marruecos busca convertirse en exportador de energía termosolar hacia Europa a través de interconexiones eléctricas en el Mediterráneo.
En América Latina, los próximos cinco años serán clave para definir si esta tecnología se expande más allá de Chile y México. El potencial del desierto de Sonora y el altiplano andino se perfila como una oportunidad estratégica para atraer inversión.
Termosolar: una apuesta estratégica para la seguridad energética
La planta termosolar se presenta como una herramienta imprescindible en el debate energético global. Su capacidad de generar electricidad renovable y gestionable, sumada al almacenamiento térmico, la convierte en una pieza clave para equilibrar redes y reducir dependencia de combustibles fósiles.
El desafío radica en acelerar la reducción de costos y lograr marcos regulatorios que impulsen proyectos a gran escala. Si gobiernos y empresas energéticas apuestan por esta tecnología en la segunda mitad de la década, la termosolar podría pasar de ser una opción de nicho a un pilar fundamental en la transición hacia sistemas energéticos sostenibles y seguros.
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