Movilidad limpia con la persona al centro

México es especialmente vulnerable a los efectos del cambio climático. También es un país con retos geopolíticos.

Hace 1 hora
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Fotos: Alfredo Pelcastre
Fotos: Alfredo Pelcastre

Anadré Álvarez | Head de Sustentabilidad en VEMO

Hablar de electromovilidad y transición energética suele llevarnos, casi por inercia, a referirnos a kilowatts, conectores y hubs. Es decir, los fierros, la infraestructura, los números. Todo eso importa, pero si queremos acelerar de verdad esta transición, hay que empezar por otro lugar: por las personas. En VEMO, la movilidad limpia no es un fin tecnológico, es un medio para que miles de personas lleguen seguras a casa, para que quienes viven con asma respiren mejor, para que conductoras y conductores puedan electrificar su herramienta de trabajo en plataformas de movilidad y mejorar su ingreso, y para que las ciudades recuperen tiempo y espacio público. Esa es la conversación que nos mueve.

Nuestra mirada 2030 con la persona en el centro se construye con tres convicciones: 1) empleo digno y verde; 2) inclusión financiera para reducir desigualdades; y 3) salud y calidad de vida urbana. Con esas convicciones como brújula estamos actuando hoy para llegar a 2030.

1) Empleo digno y desarrollo de talento

En VEMO Conduce, las y los conductores están contratados por la empresa. Esa decisión cambia el punto de partida: nos hace responsables de su desarrollo y bienestar. Creemos que el aprendizaje continuo es clave para operar de forma más segura y eficiente. Por eso existe Universidad VEMO, nuestro programa interno de capacitación diseñado para brindar las herramientas necesarias para desarrollarse a la primera generación de conductores en plataformas de movilidad con vehículos eléctricos en América Latina.

A lo largo de un proceso de inducción de tres días, las personas conductoras reciben formación teórica y práctica que abarca manejo defensivo, operación de vehículos eléctricos, gestión de la app y balance emocional en el trabajo. Al finalizar, obtienen una certificación de la Universidad VEMO que marca su paso a la operación. También ofrecemos este programa a las y los conductores independientes de VEMO Impulso para que alcancen su mejor desempeño desde el primer día.

En pocas palabras: cuando veas a nuestros vehículos en la calle, no pienses en baterías ni carrocerías. Piensa en las y los conductores —y en sus familias— que hoy cuentan con un empleo estable, prestaciones y acompañamiento para formarse y construir patrimonio.

2) Experiencia de la persona usuaria y salud urbana

Quien se mueve en nuestra flota no tendría por qué notar únicamente la marca o la tecnología; debería notar que su trayecto fue más cómodo, silencioso y seguro, y que su trayecto tuvo un impacto positivo. Los vehículos eléctricos reducen de forma importante el ruido urbano y, al no emitir contaminantes en el tubo de escape, mejoran la calidad del aire. En una ciudad expuesta a la contaminación, esto se traduce en menos irritación respiratoria y menores riesgos para niñas, niños y personas mayores.

Además, cada unidad aporta su parte a la tarea más urgente de nuestra época: en promedio, un vehículo eléctrico en nuestra operación evita -65% de CO2 frente a uno de combustión comparable. No es un comentario abstracto; es una reducción que medimos y reportamos.

Por último, nuestro estándar de servicio integra seguridad basada en datos. Monitoreamos estilos de conducción e incidentes para acompañar a las y los conductores y proteger a las personas usuarias en tiempo real. Contamos con botones de alerta y protocolos de atención, y recientemente activamos un protocolo de prevención y respuesta ante violencia y acoso con perspectiva de género.

3) Inclusión financiera

La transición energética solamente es sostenible si incluye a quienes hoy mueven nuestras ciudades. Muchas y muchos conductores de aplicaciones no acceden con facilidad al crédito formal ni tampoco a esquemas de arrendamiento que promuevan la propiedad. Con VEMO Impulso ofrecemos un arrendamiento con opción a compra (lease‑to‑own) que les permite pasar de arrendataria/o a propietaria/o.

El resultado se nota en la cartera y en la calma: con un vehículo eléctrico, conductores independientes de Uber y DiDi logran mejoras de ingreso cercanas al 30%, cuentan con acceso a la VEMO Charging Network e invierten menos tiempo fuera de servicio por mantenimiento. Lo que empezó como un contrato se vuelve un proyecto de vida: hoy tenemos cientos de clientes que han arrendado más de un vehículo y se han convertido en flotilleros.

«Si lo hacemos bien, en 2030 miraremos atrás y pensaremos que era obvio: la movilidad limpia era la mejor decisión para las personas, para las ciudades y para las empresas”.

Métricas que importan (y cómo las medimos)

Medimos el impacto en la transición con un tablero claro y accionable, que contempla, entre otros, los siguientes indicadores:

Generación de empleo verde. Número de personas colaboradoras, horas de capacitación por persona, resultados de clima laboral y reportes atendidos de ética y compliance.

Impacto ambiental. Emisiones evitadas respecto de una línea base de combustión, consumo eléctrico y contaminantes criterio (ozono, dióxido de azufre, monóxido de carbono, partículas suspendidas, dióxido de nitrógeno y plomo) evitados a nivel local.

Inclusión y género. Porcentaje de mujeres conductoras y en liderazgo, brecha salarial por rol y nivel, y horas de capacitación en DEI.

Desarrollo comunitario e innovación social. Kilómetros con causa, personas beneficiadas, horas de capacitación comunitaria.

¿Por qué ahora y por qué en México?

México es especialmente vulnerable a los efectos del cambio climático. También es un país con retos geopolíticos (como casi todo el mundo hoy), pero con talento, creatividad y una base industrial capaces de liderar la movilidad limpia en la región. Si ponemos a las personas al centro, la transición deja de ser un debate técnico y se vuelve una agenda de bienestar cotidiano: aire más limpio, trayectos más seguros y cómodos, acceso real a la electromovilidad (no sólo para unos cuantos) y empleo digno para miles de familias.

Para llegar a 2030 con resultados que importen, poniendo a la persona en el centro, necesitamos tres acuerdos prácticos:

Reglas claras y estables que además incentiven la adopción de tecnologías limpias, sin barreras administrativas innecesarias.

Colaboración radical para compartir datos que mejoren seguridad, eficiencia y planeación urbana, cuidando la privacidad, pero construyendo confianza para resolver en conjunto los puntos de dolor del ecosistema.

Responsabilidad compartida que no se diluye: evitar el pensar que “alguien más se hará cargo”. Cada actor (gobierno, empresa, proveedor, usuario) asume su parte y rinde cuentas. Si te interesa, busca el “efecto Kitty Genovese” para entender mejor este punto.

No hablemos de “cero emisiones” ni de promesas grandilocuentes. Hablemos de cambiar, a buen ritmo, la manera en que millones de trayectos ocurren cada día. Hablemos de que las personas respiren aire más limpio. Hablemos de no dejar a nadie atrás en esta transición.

Si lo hacemos bien, en 2030 miraremos atrás y pensaremos que era obvio: la movilidad limpia era la mejor decisión para las personas, para las ciudades y para las empresas.

ENTREVISTA COMPLETA:

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