La transición energética en Brasil, Colombia y Chile se inserta en el contexto latinoamericano de creciente impulso por energías limpias y políticas climáticas ambiciosas. La región genera ya alrededor del 60 % de su electricidad con renovables, con la meta de alcanzar el 80 % en 2030. Sin embargo, cada país sigue un enfoque regulatorio y estratégico particular.
Marco regulatorio: sutiles diferencias con un objetivo común
Brasil
- Ha implementado una Ley de Energía de Baja Carbono (2024) con incentivos fiscales para solar, eólica y biomasa, además de promover eficiencia energética en industria y transporte.
- En 2025, el 90,14 % de nueva capacidad instalada fue renovable: 51,18 % solar y 38,96 % eólica.
- ANEEL está desarrollando un esquema regulatorio ágil, incluyendo net metering, espacios de prueba “sandbox”, agregadores y modelos de negocio emergentes.
- El Estado destinará US $818,5 millones a minería de insumos clave para baterías y US $1.244 millones a expansión de infraestructura eléctrica (2025-2029).
Colombia
- Cuenta con la Ley 1715 (2014) que impulsa renovables y ha logrado casi 2 GW de solar, con más de 3.040 MW adicionales en 66 proyectos, por US $2.200 millones.
- En noviembre de 2024, actualizó el Decreto 1073 (Decreto 1406) para habilitar la autogeneración remota sin trámites, fomentando energías limpias en regiones como La Guajira.
- En 2025, el gobierno evalúa eximir ciertos proyectos renovables de licencias ambientales, buscando reducir atrasos burocráticos.
Chile
- Tiene una robusta Ley Marco de Cambio Climático, con meta de neutralidad de carbono hacia 2050 e integración de políticas climáticas regionales y locales.
- Actualmente, el 35 % de su electricidad proviene de solar y eólica, superando al carbón desde 2021, y proyecta llegar al 70 % renovable para 2050.
- Además, cuenta con programas como recambio de artefactos contaminantes, políticas energéticas y normativa local de descontaminación.
Panorama contrastado entre países
Aunque comparten objetivos similares – impulso de renovables, eficiencia e incentivos –, los marcos son distintos: Brasil avanza con regulación técnica e infraestructura; Colombia apuesta por autogeneración y sencillez administrativa; Chile sigue una hoja de ruta legal y estructural más madura.
Metas de descarbonización: avances y horizontes proyectados
- Brasil consume casi 49 % de energía de fuentes renovables, con fuerte presencia hidroeléctrica y biocombustibles.
- Chile se propone neutralidad climática para 2050, con 80 % de generación renovable en 2030; planea que el 20 % de combustibles provenga de hidrógeno verde en 2040 y electrificación total del transporte.
- Colombia apunta a masificar proyectos solares eólicos, pero enfrenta retrasos que podrían extender en 28 años el cumplimiento de metas 2030.
En conjunto, Chile y Brasil muestran más claridad y cumplimiento; Colombia, en cambio, se ve frenada por burocracia regulatoria y falta de aceleración en despliegue.
Participación privada: motor indispensable de la transición
- En Chile, el sector privado ha invertido US $8,5 mil millones entre 2018-2022 en renovables; además, cuenta con bonos verdes soberanos y plataformas como la de BancoEstado para préstamos sostenibles; empresas como Enel y AES Andes apuestan por proyectos como baterías y hidrógeno verde.
- Grenergy firmó en 2025 un PPA de 390 GWh anuales en Chile, con compromisos desde 2026 por hasta 15 años.
- Brasil ha promovido proyectos de hidrógeno verde y SAF, y colaboración público-privada en bioenergía y almacenamiento.
- Empresas como Ecopetrol (Colombia) y Petrobras (Brasil) consideran alianzas para hidrógeno verde, explorando producción para exportación y uso industrial.
La apuesta privada impulsa con fuerza la transición: en Chile mediante bonos y renovables; en Brasil por innovación en combustibles limpios; en Colombia mediante asociaciones estratégicas, aunque ralentizadas por procesos.
¿Modelo común o fractura regional?
No existe un modelo homogéneo. Sí hay intereses compartidos: mitigación climática, seguridad energética, y desarrollo sostenible. Pero la fractura regional reside en el ritmo y la madurez regulatoria y financiera. Chile lidera con marco legal sólido y financiamiento activo; Brasil avanza con infraestructura, tecnología e incentivos; Colombia aún tropieza con trámites e incertidumbre.
Propuestas y perspectivas de futuro
- Integración regional: fortalecer iniciativas como la Alianza Potencia Energética Latinoamérica, centrada en una transición inclusiva con participación comunitaria.
- Optimización regulatoria: replicar en Colombia medidas como las de Brasil o Chile; por ejemplo, zonas sandbox, exenciones administrativas o regulaciones claras.
- Escalamiento del hidrógeno verde: consolidar proyectos binacionales de hidrógeno y almacenamiento, como los planteados por Ecopetrol-Petrobras .
- Movilización de capital verde: ampliar emisiones de bonos verdes y PPAs a largo plazo, replicando el modelo chileno y atrayendo financiamiento internacional.
Hacia una nueva sinfonía energética regional
En la transición energética en Brasil, Colombia y Chile, la sinfonía está en marcha: cada país toca su parte con ritmo, fuerzas e instrumentos propios. Pero el desafío global exige una armonización regional que no implique homogeneización, sino colaboración estratégica. El llamado es: compartir experiencias, integrar mercados y aprovechar sinergias en tecnología, financiamiento y gobernanza para que, juntos, lideremos la transición energética de América Latina. Así, el lector —empresarios, gobiernos, sociedad civil— encuentra un panorama claro y una invitación a la acción colectiva.
Te invito a leer: