El latido económico de Almaraz: el desafío del cierre nuclear 

La central nuclear de Almaraz, pilar económico de Cáceres, enfrenta su cierre en 2027-2028. Este artículo analiza el impacto en empleos, ingresos y cohesión social, así como los retos de una transición energética justa en Extremadura.

Hace 8 horas
COMPARTIR
Depositphotos
Depositphotos

El corazón energético de Almaraz 

En Almaraz, un pequeño municipio de Cáceres, la central nuclear no es solo una infraestructura; es el latido económico y social de la región. Con dos reactores de 1 GW cada uno, la planta aporta aproximadamente el 7 % de la energía eléctrica de España. Su influencia trasciende la generación de energía, definiendo la identidad, el empleo y la estabilidad financiera de los municipios circundantes.

Sin embargo, el anunciado cierre de la Unidad I en noviembre de 2027 y de la Unidad II en octubre de 2028 plantea un desafío sin precedentes para Extremadura. Este artículo explora las implicaciones del cierre nuclear, los riesgos asociados y la necesidad de una transición energética que equilibre sostenibilidad y bienestar regional. 

Un motor económico en riesgo 

La central nuclear de Almaraz es un pilar económico insustituible. Genera alrededor de 2.900 empleos directos e inducidos, según estimaciones de la Asociación de Municipios en Áreas de Centrales Nucleares (AMC). Además, contribuye con más del 60 % de los ingresos tributarios locales, provenientes de impuestos y asignaciones de Enresa, la empresa pública encargada de gestionar los residuos nucleares. Estos recursos sostienen servicios esenciales y dinamizan sectores como el comercio y la hostelería. 

El impacto del cierre nuclear será profundo. Un informe de la consultora Metyis proyecta la pérdida de 3.800 empleos en Extremadura, afectando no solo a los trabajadores de la planta, sino también a negocios locales. En el bar Portugal, centro neurálgico de Almaraz, los vecinos expresan su preocupación: “Si cierran la central, la mitad de la plantilla de este bar sobraría”. Esta dependencia económica pone de manifiesto la urgencia de diseñar estrategias que mitiguen el impacto del cierre nuclear. 

Apoyo local frente a la incertidumbre 

La comunidad de Almaraz respalda mayoritariamente la continuidad de la central nuclear, con un 90 % de los habitantes a favor, según datos locales. Este apoyo trasciende las divisiones políticas, incluso en un contexto donde el PSOE, a nivel nacional, promueve una postura antinuclear. Voces como la de un extrabajador jubilado, presente desde los inicios de la planta en los años setenta, defienden su seguridad: “Es totalmente seguro, yo estoy perfecto”. Este sentimiento refleja una conexión profunda entre la central y la identidad de la región. 

En Belvís de Monroy, el alcalde Fernando Sánchez, técnico radiológico en la planta y presidente de la plataforma “Sí a Almaraz, Sí al futuro”, advierte que el cierre “hundiría a Extremadura”. Sánchez aboga por modelos como el de Estados Unidos, donde algunas centrales han extendido su operación hasta los 80 años, siempre que se garantice la seguridad. Su liderazgo subraya la necesidad de un diálogo transparente que considere las necesidades locales. 

Voces críticas: seguridad bajo escrutinio 

A pesar del respaldo mayoritario, el cierre nuclear también aviva preocupaciones sobre la seguridad. José María González Mazón, coordinador del área energética de Adenex, ha documentado más de mil incidentes en la central desde su apertura. En 2024, Almaraz registró el mayor número de incidentes entre las plantas nucleares españolas. Un episodio significativo ocurrió en 1988, cuando un tubo fisurado en el generador de vapor generó alarma. Aunque el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) afirmó que no hubo emisiones radiactivas significativas, el incidente dejó dudas persistentes.

 "Almaraz, nuclear power plant in the center of Spain, surrounded by a green field" Depositphotos
Almaraz nuclear power plant in the center of Spain surrounded by a green field Depositphotos

En Jaraíz de la Vera, un activista local atribuye el cáncer raro de su hijo a una visita escolar a la planta en 1988, cuestionando las narrativas de las empresas energéticas que minimizan los riesgos. Estas voces críticas destacan la importancia de auditorías independientes y una comunicación clara para mantener la confianza de la comunidad. 

El cierre nuclear: un desafío multidimensional 

El cierre de la central nuclear de Almaraz plantea retos que van más allá de la economía. La pérdida de 3.800 empleos y de ingresos fiscales esenciales amenaza la cohesión social y la identidad regional. Los municipios dependientes de la planta enfrentan el riesgo de despoblación y declive económico, agravando las desigualdades territoriales en una región ya marcada por desafíos estructurales. 

La transición energética hacia fuentes más sostenibles es una prioridad global, pero debe implementarse con equidad. La experiencia internacional, como la extensión de la vida útil de centrales en Estados Unidos, sugiere que la modernización de infraestructuras nucleares podría ser una solución transitoria. Sin embargo, esto requiere inversiones significativas y un compromiso con la seguridad, respaldado por organismos como el CSN. 

Hacia una transición energética equitativa 

Garantizar el bienestar de Almaraz y Extremadura exige un enfoque estratégico para la transición energética. Entre las medidas clave se encuentran: 

  • Diversificación económica: Promover sectores como las energías renovables, el turismo sostenible o la agroindustria para reducir la dependencia de la central nuclear. 
  • Recualificación laboral: Implementar programas de formación para los trabajadores afectados, facilitando su transición a nuevas industrias. 
  • Inversiones regionales: Desarrollar proyectos de infraestructura, como parques tecnológicos, para compensar la pérdida de ingresos fiscales. 
  • Participación comunitaria: Involucrar a los habitantes en la toma de decisiones, asegurando que sus voces sean escuchadas en el diseño de políticas energéticas. 

Además, las preocupaciones sobre la seguridad nuclear deben abordarse con transparencia. Auditorías independientes y un diálogo abierto con la comunidad son esenciales para mantener la confianza y garantizar una transición responsable. 

Un futuro en la balanza 

El cierre de la central nuclear de Almaraz no es solo una cuestión energética; es un desafío que pone en juego el futuro económico, social y ambiental de Extremadura. La dependencia de la planta, el apoyo mayoritario de los habitantes y las preocupaciones sobre la seguridad exigen un enfoque equilibrado. Una transición energética justa debe combinar sostenibilidad con el bienestar de las comunidades locales, preservando el tejido social de Almaraz. Solo a través de una planificación estratégica y un compromiso con la equidad se podrá transformar esta incertidumbre en una oportunidad para un futuro más resiliente. 

Te invito a leer:

5 joyas ocultas en Estados Unidos que todo viajero sofisticado debe descubrir

Shorts

shorts youtube
shorts youtube
shorts youtube
shorts youtube
shorts youtube
shorts youtube
shorts youtube
shorts youtube
shorts youtube
shorts youtube
shorts youtube
shorts youtube
shorts youtube
shorts youtube
shorts youtube
shorts youtube