El Reino Saudita quiere liderar la energía del futuro
Durante décadas, Arabia Saudita ha sido sinónimo de petróleo. Sus vastas reservas de crudo convirtieron al Reino en uno de los actores más poderosos del mercado energético global. Sin embargo, en un giro estratégico sin precedentes, el país está canalizando miles de millones de dólares en proyectos de energía limpia, como parte de su plan Visión 2030 para diversificar su economía y reducir su dependencia del petróleo.
Más que una narrativa verde superficial, el avance saudí en energías renovables busca posicionar al país como líder en la transición energética mundial. Las autoridades del Reino han identificado al sector como pilar central del desarrollo económico, tecnológico y geopolítico del siglo XXI. La apuesta, no obstante, está cargada de tensiones: entre legitimidad climática y realpolitik.
El portafolio verde saudita: de la energía solar al hidrógeno verde
El proyecto estrella del Reino es NEOM, la futurista megaciudad impulsada en su totalidad por energías renovables. Con un costo estimado de 500 mil millones de dólares, NEOM no solo será un símbolo arquitectónico, sino también un banco de pruebas para tecnologías limpias como la energía solar fotovoltaica, la energía eólica marina y la producción de hidrógeno verde.
Entre los proyectos ya en operación o en construcción destacan:
- Planta solar Sudair: con una capacidad de 1.5 GW, se proyecta como una de las más grandes del mundo.
- Parques eólicos en Dumat Al Jandal: con 400 MW, ya ha comenzado a inyectar energía a la red nacional.
- Proyectos piloto de hidrógeno verde: a través de la empresa ACWA Power, Arabia Saudita trabaja en la producción y exportación de este combustible sin emisiones, destinado principalmente a Europa y Asia.
El gobierno ha declarado la intención de alcanzar una capacidad instalada de 58.7 GW de energía renovable para 2030, lo que representaría alrededor del 50% de la demanda eléctrica nacional. Esta ambición, sin embargo, enfrenta desafíos logísticos, regulatorios y financieros que no pueden subestimarse.
La energía limpia como herramienta geopolítica
La expansión de los proyectos de energía limpia en Arabia Saudita no responde únicamente a preocupaciones ambientales o a un deseo de modernización interna. Existe una clara motivación estratégica detrás: redefinir su rol geopolítico en un mundo donde los combustibles fósiles perderán protagonismo gradualmente.
Al convertirse en un actor clave del hidrógeno verde, Arabia Saudita podría mantener su influencia sobre las rutas energéticas globales. Este enfoque anticipa un cambio de poder: del petróleo como recurso dominante hacia tecnologías renovables, almacenamiento y transporte de nuevos vectores energéticos.
Asimismo, el Reino busca atraer inversión extranjera directa, especialmente de Europa, donde las regulaciones de carbono y la urgencia climática impulsan la búsqueda de proveedores confiables de energías limpias. En ese sentido, Arabia Saudita se presenta no solo como productor, sino también como socio estratégico en la transición.
Obstáculos internos y contradicciones estructurales
Aunque el despliegue de estos proyectos marca un hito para la región, la transformación saudí enfrenta múltiples desafíos estructurales:
- Dependencia de ingresos petroleros: más del 70% del presupuesto público aún proviene del crudo, lo cual tensiona la consistencia de su narrativa verde.
- Consumo interno creciente: Arabia Saudita tiene una de las tasas de consumo energético per cápita más altas del mundo, en parte por subsidios históricos.
- Clima y recursos hídricos: la producción de hidrógeno verde requiere grandes volúmenes de agua, escasos en el desierto saudí. Esto obliga a considerar soluciones de desalinización y almacenamiento, encareciendo el proceso.
Además, las críticas internacionales apuntan a una posible estrategia de “greenwashing” —usar los proyectos verdes como una cortina de humo para mantener la expansión de producción petrolera a corto plazo.
¿Cambio real o narrativa de conveniencia?
El dilema central gira en torno a si los proyectos de energía limpia en Arabia Saudita son una transformación auténtica o una estrategia reputacional. Mientras se invierte en renovables, también se promueven nuevas licitaciones para exploración petrolera y se fortalece la capacidad de refinación.
No obstante, incluso si hay contradicciones, la escala del esfuerzo no puede descartarse. El impulso a las renovables y la innovación tecnológica representa una reconfiguración parcial del modelo energético saudita, con potencial para irradiar transformaciones en otros países del Golfo Pérsico.
La clave estará en la gobernanza: si el Reino es capaz de consolidar políticas regulatorias, infraestructura eléctrica flexible y esquemas de financiamiento sostenible, podrá acelerar su transición con impactos regionales y globales.
Del petróleo al poder verde: un nuevo rol para el Reino
Arabia Saudita está en una encrucijada histórica. Consciente del ocaso progresivo del petróleo como centro de gravedad económica, el Reino busca proyectar una nueva imagen y ejercer liderazgo en el naciente orden energético global. Su apuesta por las energías limpias es audaz, pero también cargada de riesgos.
El éxito dependerá de su capacidad para equilibrar narrativa e implementación, crecimiento económico e inclusión social, innovación tecnológica y sustentabilidad real. Si lo logra, no solo redefinirá su destino interno, sino también el mapa energético del siglo XXI.
Te invito a leer: