En 2025, hablar de consumo sustentable en México es hablar de una paradoja. Según el estudio «Consumidores Sostenibles en Latinoamérica» de NielsenIQ, el 78% de los mexicanos encuestados asegura estar dispuesto a cambiar sus hábitos de consumo para reducir su impacto ambiental. Sin embargo, esa disposición a menudo se queda en la intención.
El entorno económico presiona, la oferta de productos sustentables sigue siendo limitada y, en muchos casos, inaccesible. Aun así, algo está cambiando en la mente (y en los carritos de compra) de millones de mexicanos.
La nueva sensibilidad urbana
En las principales ciudades del país, el discurso verde ya no es ajeno a las nuevas generaciones. Según Kantar Worldpanel, los consumidores millennials y centennials urbanos muestran una preferencia creciente por productos con etiquetas «libres de crueldad», «orgánico», «local» o «biodegradable».
Supermercados como Chedraui, La Comer y Costco han ampliado sus catálogos de productos ecoetiquetados. Sin embargo, la segmentación del acceso sigue siendo evidente: en zonas rurales o de bajos ingresos, el consumo sustentable sigue siendo visto como un lujo.
Barreras estructurales
Un informe del Tec de Monterrey y Deloitte (2024) identificó cuatro grandes barreras para el consumo responsable en México:
- Precio percibido más alto
- Falta de información confiable
- Desconfianza en certificaciones
- Disponibilidad limitada fuera de grandes ciudades
A estas se suma una dificultad cultural: muchos consumidores creen que el cambio individual es irrelevante frente a la magnitud de los problemas ambientales. Superar esta inercia requiere narrativas colectivas, empáticas y con sentido de urgencia.
Marcas en transición
Algunas marcas mexicanas están liderando el cambio. Biofábrica Siglo XXI, Aires de Campo, Lérón y Xabónó ofrecen productos con trazabilidad, bajo impacto ambiental y modelos de producción solidarios.
A nivel internacional, marcas como Nestlé, Unilever o Procter & Gamble están probando nuevas líneas con envases reciclables, logística circular y certificaciones que buscan recuperar la confianza de un consumidor cada vez más escéptico.
El rol de la regulación
La NOM-050 de etiquetado ambiental, vigente desde 2024, exige mayor claridad y verificabilidad en las declaraciones ambientales. Esto podría ser un parteaguas para reducir el greenwashing y fortalecer la transparencia.
Además, la Profeco ha comenzado a realizar monitoreos específicos sobre productos verdes para garantizar que cumplan lo que prometen. Estas acciones son clave para recuperar la confianza ciudadana.
Plataformas y retail consciente
El comercio electrónico ha permitido que nuevos emprendimientos con enfoque sostenible lleguen a más consumidores. Plataformas como Ecolana, Tienda Eco, Airesdecampo.com y proyectos de consumo local con entrega en bici están consolidando nuevos hábitos de compra.
El reto ahora es escalar sin perder coherencia. La logística, la huella digital y el embalaje siguen siendo cuellos de botella que deben abordarse de forma integral.
Consumidores activos, no perfectos
En México, el consumidor sustentable es muchas veces contradictorio. Compra un champú sin sulfatos, pero pide comida a domicilio en unicel. Elige frutas orgánicas, pero vuela varias veces al año.
Lejos de deslegitimar el esfuerzo, esta complejidad debe ser entendida como una puerta de entrada. El consumo responsable no requiere perfección, sino compromiso progresivo, informado y colectivo.
¿Y qué sigue?
La agenda de consumo sustentable en México está más viva que nunca. Pero también enfrenta tensiones propias de un país con profundas desigualdades. El reto es transformar el deseo de consumo responsable en una posibilidad real, cotidiana y accesible.
A medida que avanza el 2025, las marcas que entiendan esta complejidad y trabajen por democratizar la sostenibilidad no solo ganarán mercado, sino también confianza. Porque en México, la sostenibilidad no es una moda: es un espejo de nuestras contradicciones y una hoja de ruta hacia el futuro que queremos habitar.
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