El Papel del Gas Natural en la Matriz Energética Mexicana
México enfrenta un desafío crucial en su transición energética: reducir la dependencia de combustibles fósiles mientras garantiza seguridad energética. El gas natural en la transición energética de México se posiciona como un combustible clave, representando cerca del 60% de la generación eléctrica en 2025, según datos de Acclaim Energy México. Este hidrocarburo, menos contaminante que el carbón o el combustóleo, ha ganado relevancia en un país donde los combustibles fósiles aún dominan el 89% de la matriz energética, conforme a la Agencia Internacional de Energía (IEA, 2020).
Históricamente, el gas natural ha sido un pilar para la industrialización mexicana. Desde el año 2000, su consumo en el sector eléctrico se ha multiplicado por cuatro, impulsado por la eficiencia de las centrales de ciclo combinado, que emiten hasta un 50% menos de CO2 que el carbón, según la CEPAL. Empresas como Pemex y operadores privados como Jaguar E&P han innovado en tecnologías como el “gasoducto virtual”, que transporta gas comprimido sin necesidad de infraestructura fija, promoviendo el acceso en regiones como el sur-sureste. Sin embargo, la dependencia de importaciones, principalmente de Estados Unidos, plantea riesgos para la soberanía energética, con una caída del 35.1% en la producción nacional entre 2010 y 2024, según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
Implicaciones Económicas, Ambientales y Sociales
El gas natural en la transición energética de México ofrece ventajas competitivas, pero también desafíos. Económicamente, su costo competitivo y disponibilidad en América del Norte lo convierten en un motor para atraer inversiones en sectores como la metalurgia, química y petroquímica, según el IMCO. Su uso en transporte pesado, reemplazando diésel, reduce costos operativos y emisiones, como lo demuestra la propuesta de sustitución por hidrógeno verde en el futuro. Sin embargo, la falta de infraestructura de almacenamiento expone al país a interrupciones en el suministro, como alertó un análisis de AIRegulaMX en 2025.
Ambientalmente, el gas natural es un aliado relativo. Aunque emite un 50-60% menos de CO2 que el carbón, sigue siendo un combustible fósil. México se ha comprometido a reducir emisiones en un 35% para 2030 bajo el Acuerdo de París, pero la creciente dependencia del gas, que representa el 48% del consumo energético primario, podría retrasar la adopción de renovables, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Socialmente, el acceso a gas natural en comunidades rurales, donde el 30% de las viviendas aún usa leña, puede mejorar la calidad de vida y reducir la deforestación, como destacó Francisco Barnés de Castro en 2025.
Técnicamente, las centrales de ciclo combinado complementan la intermitencia de fuentes renovables como la solar y eólica, que en 2022 representaron solo el 10.34% del consumo final de energía, según la IEA. Sin embargo, expertos como Isabel Cavelier de Transforma advierten que considerar el gas como un “puente” podría perpetuar inversiones en activos que quedarán obsoletos ante el avance de tecnologías renovables más baratas.
Proyectos y Desafíos para una Transición Ordenada
El Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2025-2030, liderado por la presidenta Claudia Sheinbaum, establece metas ambiciosas: alcanzar un 21.5% de energías renovables y alternas en la matriz energética para 2030. Proyectos como los siete parques eólicos y nueve fotovoltaicos, junto con cinco centrales de ciclo combinado a gas natural, buscan respaldar esta transición, según el Congreso Mexicano del Petróleo (CMP). Además, iniciativas como la exportación de gas natural licuado (GNL) desde Altamira, Ensenada y Puerto Libertad abren oportunidades para consolidar a México como actor global, según el IMCO.
No obstante, los desafíos son significativos. La infraestructura de transporte y almacenamiento de gas natural está estancada, como señaló AIRegulaMX en 2025. La política de autosuficiencia energética, promovida por la Secretaría de Energía, busca incrementar la producción nacional de gas, pero requiere incentivos para asociaciones público-privadas y una regulación clara. Además, la transición debe abordar la justicia energética, garantizando que comunidades vulnerables accedan a energía limpia y asequible, como propone la Iniciativa Climática de México.
La inversión en tecnologías de captura y almacenamiento de carbono, presentadas en el CMP, y la formación de talento especializado son pasos clave para alinear la producción de gas con los objetivos climáticos. Sin embargo, México debe acelerar la adopción de renovables, como la solar, que ya representa el 85% del territorio nacional apto para proyectos, según la Asociación Mexicana de Energía Solar (Asolmex).
Lecciones Clave para la Transición Energética
- Eficiencia relativa: El gas natural reduce emisiones frente a otros fósiles, pero no es una solución definitiva para la descarbonización.
- Seguridad energética: La dependencia de importaciones y la falta de almacenamiento son riesgos críticos que requieren inversión en infraestructura.
- Complementariedad: Las centrales de gas pueden respaldar la intermitencia de renovables, pero no deben desplazar su crecimiento.
- Justicia energética: Expandir el acceso a gas en comunidades rurales es un paso intermedio hacia energías limpias.
- Visión de largo plazo: Un plan nacional de transición energética debe priorizar renovables y reducir gradualmente la dependencia del gas.
Hacia un Futuro Energético Sostenible
México está en una encrucijada: el gas natural en la transición energética de México ofrece una solución inmediata para reducir emisiones y garantizar energía asequible, pero su rol debe ser temporal y estratégico. La abundancia de recursos solares y eólicos, junto con el compromiso social por la sostenibilidad, posiciona al país para liderar en energías renovables. El desafío radica en equilibrar la seguridad energética con los compromisos climáticos, invirtiendo en infraestructura y políticas que prioricen la innovación y la inclusión. Actuar con decisión hoy determinará si México logra una matriz energética resiliente y sostenible para las próximas generaciones.
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