El renacimiento nuclear en Oak Ridge
Estados Unidos está dando un paso decisivo en la producción de combustible nuclear avanzado, clave para alimentar una nueva generación de reactores modulares y compactos. En el Laboratorio Nacional de Oak Ridge, Tennessee —una de las instalaciones más emblemáticas del país—, la empresa X-energy, a través de su filial TRISO-X, ha iniciado la construcción de una planta pionera dedicada al desarrollo de combustible de partículas tipo TRISO.
El nuevo combustible se compone de diminutas esferas de uranio encapsuladas en capas de cerámica y grafito, diseñadas para resistir temperaturas extremas sin riesgo de fusión. Esta innovación no solo promete mayor seguridad operativa, sino también eficiencia energética y reutilización del material nuclear.
HALEU: el cuello de botella estratégico
El TRISO es solo una parte del avance. Lo que realmente lo habilita es el acceso al HALEU (uranio de bajo enriquecimiento de alto ensayo), un tipo de material clave para los reactores de próxima generación. Hoy, solo Rusia y China producen HALEU a escala comercial, lo que representa un riesgo geopolítico para EE.UU.
En respuesta, el Departamento de Energía apoyó en 2023 el arranque de producción de HALEU en Ohio por parte de Centrus Energy, logrando por primera vez en más de medio siglo enriquecer uranio a este nivel dentro del país. Sin embargo, la capacidad sigue siendo limitada, lo que convierte a proyectos como el de TRISO-X en pilares críticos para la independencia energética estadounidense.
Reactores del futuro: entre la promesa y la presión del calendario
El gobierno del presidente Biden ha apostado por cuadruplicar la generación de energía nuclear hacia 2050, y contempla que los primeros reactores avanzados estén operativos a más tardar en 2030. En línea con esta meta, la nueva planta de TRISO-X en Oak Ridge —con una inversión inicial de 300 millones de dólares y un eventual plan de expansión a 2,000 millones— busca producir combustible suficiente para abastecer hasta 11 reactores por año.
El inicio de operaciones está previsto entre finales de 2027 y principios de 2028, con una segunda instalación proyectada para finales de 2029. Esta infraestructura permitiría escalar la producción de combustible en forma de guijarros TRISO, considerados más seguros que los tradicionales pellets usados en reactores actuales.
Una carrera contra el tiempo (y los costos)
Aunque el desarrollo del combustible nuclear avanzado en EE.UU. representa una apuesta audaz por la innovación, no está exento de desafíos. Críticos del sector, como los analistas del Instituto Cato, advierten que la construcción de estos reactores y sus cadenas de suministro implica costos superiores a los de las tecnologías fósiles o renovables, y plazos que rara vez se cumplen en el sector nuclear.
Los defensores, en cambio, destacan que la capacidad de producir combustible como el TRISO en territorio nacional refuerza la seguridad energética, reduce la huella de carbono y podría posicionar a EE.UU. como exportador de tecnología nuclear limpia en las próximas décadas.
Reflexión final: más allá de la tecnología, una estrategia nacional
El impulso al combustible nuclear avanzado en EE.UU. no es solo una carrera tecnológica, sino una política energética con implicaciones geopolíticas de largo alcance. En un contexto global donde la seguridad de suministro y la descarbonización son prioritarias, lograr la autonomía en producción de HALEU y TRISO representa tanto una ventaja competitiva como una necesidad estratégica.
A medida que se aceleren los plazos y aumenten las inversiones, el éxito de este proyecto dependerá de mantener una coordinación efectiva entre sector público, industria y reguladores. Lo que está en juego no es solo el futuro de la energía nuclear, sino el papel de EE.UU. en el mapa energético del siglo XXI.
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