Un obstáculo que amenaza el nearshoring
La escasez de electricidad en México ha pasado de ser un problema técnico a un factor estructural que pone en riesgo uno de los motores económicos más prometedores del país: el auge manufacturero impulsado por el nearshoring. Mientras empresas globales trasladan sus cadenas de producción para acercarlas al mercado estadounidense, la falta de infraestructura eléctrica suficiente amenaza con frenar ese impulso antes de consolidarse.
Durante los últimos años, México se ha posicionado como destino estratégico para la relocalización industrial gracias a su ubicación geográfica, tratados comerciales y costos competitivos. Sin embargo, ese atractivo pierde fuerza frente a un obstáculo crítico: no hay suficiente energía disponible para alimentar nuevas plantas, expandir operaciones o sostener la demanda de clústeres industriales emergentes.
Un rezago que limita la expansión industrial
Las cifras ilustran la magnitud del problema. En México, el PRODESEN 2024-2038 alerta que una parte importante del parque generador nacional enfrenta desgaste por antigüedad, lo que puede elevar los riesgos de fallas y afectar la confiabilidad del sistema. Esta obsolescencia técnica reduce la eficiencia, eleva los costos y aumenta el riesgo de fallos. Además, la infraestructura de transmisión —clave para llevar la energía desde los centros de generación hasta las zonas industriales— no ha crecido al ritmo necesario.
El resultado es un escenario en el que estados con alto potencial manufacturero, como Nuevo León, Coahuila, Guanajuato o Querétaro, enfrentan límites físicos para nuevas conexiones eléctricas. Parques industriales reportan esperas de más de un año para recibir suministro suficiente, y algunos proyectos han debido posponerse o reducir su escala ante la imposibilidad de asegurar energía confiable.
CFE y el Estado aceleran inversiones estratégicas
Frente a este panorama, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y el Gobierno federal han anunciado inversiones sin precedentes. El objetivo es incrementar la capacidad instalada, modernizar redes de transmisión y acelerar la interconexión de nuevas plantas. Se proyecta una inversión superior a los 14,000 millones de dólares en los próximos años, con proyectos que incluyen centrales de ciclo combinado, parques solares y líneas de transmisión estratégicas.
Entre las iniciativas más relevantes destaca la expansión de la red en el norte del país, donde la demanda industrial crece más rápido. También se planea fortalecer los corredores eléctricos que conectan zonas industriales con polos de generación renovable, como el Plan Sonora, que prevé la instalación de más de 1,000 MW solares. Estas medidas buscan atender la demanda inmediata y sentar las bases para un sistema más resiliente y moderno.
El nearshoring en pausa: efectos económicos tangibles
El costo de la escasez de electricidad en México ya se refleja en la economía. Diversos estudios estiman que hasta el 35% de las inversiones industriales previstas entre 2024 y 2026 enfrentan riesgos de retraso o cancelación por la falta de energía. Esto significa pérdidas potenciales de miles de millones de dólares en inversión extranjera directa, así como la pérdida de oportunidades de empleo y desarrollo regional.
Empresas automotrices, electrónicas y logísticas han expresado preocupación por la incertidumbre energética. Algunas incluso han optado por dividir sus proyectos entre México y otros países con mayor seguridad eléctrica, como Estados Unidos o Brasil. Si esta tendencia se consolida, México podría perder parte de la ventaja competitiva que le ha otorgado su cercanía con el mayor mercado del mundo.
Energía limpia e infraestructura moderna: las claves del futuro
Resolver la crisis no pasa solo por generar más electricidad. La transición energética global obliga a que esa expansión sea también limpia y sostenible. México enfrenta el doble reto de aumentar su capacidad y hacerlo con energías renovables, que representen una alternativa viable a los combustibles fósiles.
La Agencia Internacional de Energía estima que la demanda eléctrica global crecerá más del 25% entre 2024 y 2030, impulsada por la electrificación del transporte, la digitalización industrial y la expansión de centros de datos. México no es ajeno a estas tendencias, por lo que invertir en infraestructura moderna no solo atenderá el déficit actual, sino que posicionará al país como un hub competitivo y sostenible.
Además, el fortalecimiento de la red de transmisión será fundamental. De nada sirve aumentar la generación si la electricidad no puede llegar con eficiencia y estabilidad a los polos industriales. Nuevas líneas de alta tensión y sistemas inteligentes de gestión son esenciales para evitar cuellos de botella y pérdidas energéticas.
Un llamado urgente a la acción coordinada
La escasez de electricidad en México no es un desafío menor ni exclusivo del gobierno. Su solución requiere coordinación entre el Estado, el sector privado y la comunidad internacional. Inversiones conjuntas, marcos regulatorios estables y políticas que incentiven la innovación energética serán decisivos para transformar la amenaza en oportunidad.
México tiene frente a sí una ventana estratégica única. Si logra resolver su déficit eléctrico con visión de largo plazo, podrá consolidarse como uno de los principales destinos industriales del hemisferio y un actor clave en la transición energética global. Pero si no lo hace, corre el riesgo de quedar rezagado en la nueva geografía económica que el nearshoring y la descarbonización están redefiniendo.
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