Las interminables colas en gasolineras, el transporte público colapsado y la paralización parcial de la economía nacional han convertido la escasez de combustible en el símbolo más visible de la crisis cubana. Esta situación no obedece a una sola causa, sino a la convergencia perfecta de múltiples factores que han llevado al sistema energético nacional al borde del colapso.
El Embargo Estadounidense: El Cerco Financiero
El bloqueo económico impuesto por Estados Unidos durante más de seis décadas constituye el primer eslabón en esta cadena de crisis. Las sanciones limitan drásticamente el acceso de Cuba al mercado internacional de hidrocarburos, imposibilitando la compra de petróleo y sus derivados utilizando el sistema financiero internacional.
La imposibilidad de realizar transacciones en dólares estadounidenses y las restricciones a navieras y compañías petroleras para comerciar con Cuba obligan a la isla a buscar proveedores alternativos a precios notablemente más elevados, cuando logra encontrar dispuestos a asumir el riesgo de violar las sanciones.
El Colapso del Apoyo Venezolano
Durante años, el acuerdo con Venezuela proporcionaba a Cuba alrededor de 100,000 barriles diarios de petróleo a precios preferenciales. La grave crisis económica y política en Venezuela ha reducido estos envíos a menos de la mitad, creando un déficit imposible de cubrir para la economía cubana.
La producción petrolera venezolana ha caído de 3 millones de barriles diarios en 2014 a aproximadamente 700,000 en 2023, lo que ha obligado a Caracas a recortar drásticamente sus programas de cooperación energética, incluido el vital suministro a Cuba.
Crisis Económica Interna y Mala Gestión
La incapacidad para generar suficientes divisas mediante exportaciones limita severamente la capacidad de compra de combustible en el mercado internacional. El sector turístico, principal fuente de ingresos en moneda dura, no se recupera de las crisis consecutivas de los últimos años.
La obsolescencia de las refinerías cubanas, con la de Cienfuegos operando muy por debajo de su capacidad, impide procesar eficientemente el crudo disponible. Los constantes apagones y problemas en termoeléctricas completan un panorama de crisis energética integral.
Fallas en la Distribución y Comercialización
El sistema de distribución interno adolece de graves problemas de eficiencia. La falta de inversión en transporte y almacenamiento, combinada con la obsolescencia tecnológica, crea cuellos de botella que impiden una distribución racional del combustible disponible.
La dualidad monetaria y las distorsiones en el sistema de precios han creado un mercado negro que drena importantes recursos energéticos hacia actividades ilícitas, agravando aún más la escasez para los consumidores legítimos.
Consecuencias Sociales y Económicas
El impacto trasciende el ámbito económico: horas productivas perdidas en colas, limitaciones al transporte de mercancías, afectaciones a servicios esenciales como salud y educación, y el consiguiente desgaste social que representa para la población civil hacer frente a esta escasez crónica.
Perspectivas Futuras
La solución requerirá tanto de cambios en la política exterior hacia Cuba como de reformas estructurales internas que modernicen el sector energético, diversifiquen las fuentes de suministro y permitan una gestión más eficiente de los recursos disponibles.
La actual crisis de combustible sintetiza los desafíos que enfrenta Cuba: dependencia externa, vulnerabilidad económica y la urgente necesidad de actualizar su modelo de desarrollo ante las realidades del siglo XXI.
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